1. Enseñando a mi sumiso a comer pollas


    Fecha: 10/02/2025, Categorías: Dominación / BDSM Autor: DominAma, Fuente: CuentoRelatos

    ... sacaba un condón del bolsillo trasero de mi leggings, y le colocaba el condón a Mario con mis propias manos. Cuando estuvo bien colocado, comencé a comerle la polla. Tú no te movías, y yo le comía la polla con calma, haciendo círculos con mi lengua en su glande, y metiéndome cada uno de sus 17 cm dentro de mi boca. Estaba muy excitada por sentir cómo crecía más y más… y cómo estaba cada vez más dura, mientras sus gemidos aumentaban de intensidad, pero me excitaba aún más prácticamente escuchar el crujir de tu mandíbula al verme hacer lo que tanto te gusta que te haga a ti.
    
    En un momento dado. Paré y miré a Mario desde el suelo, para preguntarle:
    
    “¿Te gusta, Mario?”
    
    Obviamente, Mario contestó que le estaba encantando, y que hacía unas mamadas increíbles. Sin más dilación, continué chupando, a ratos solo con la boca, y en otra ocasión acompañando mis movimientos con la mano. Mario estaba cada vez más excitado, y preferí bajar un poco el ritmo hasta que paré y me giré a ti. Estabas de rodillas, observando de cerca como le daba placer al juguete mientras te dejaba de lado.
    
    Entonces, te pregunté:
    
    “¿Quieres un poco, mi amor? ¿Te gustaría comerle la polla a Mario?”
    
    Agachando la cabeza, dijiste que te encantaría, así que te invité a comerle la polla como mejor supieras.
    
    Quizás por los nervios o quizás por la sorpresa, estuviste bastante torpe. Mario se retiró en una ocasión porque le hacías daño con los dientes, así que delante de él, y a modo de disculpas, te ...
    ... di varias bofetadas en la cara sin pausa. Fueron 10 o 12. Una en cada lado. Después de cada bofetada, con la voz cada vez más rasgada por la humillación y por la excitación, te hice repetir:
    
    “Perdón Mario por ser tan torpe. Gracias Ama por enseñarme a comer pollas y a ser la mejor puta”.
    
    Después de sentir que tenías la cara ardiendo y que mis propias manos me quemaban, te animé a seguir, poniendo algo más de atención. Sabes perfectamente lo mal que me sienta que no hagan disfrutar a mis juguetes como yo misma lo haría, así que esta vez te esmeraste mucho más y le dedicaste una buena mamada a nuestro invitado.
    
    Estaba tan caliente, que le pedí a Mario que se sentara en el sofá, acercando el culo al extremo, de modo que los dos (cada uno por un lado) nos besábamos mientras nuestros labios le hacían una mamada al unísono. Con los labios pintados de rojo, estábamos dejando el condón con muestras de carmín. Así estuvimos un buen rato. Compartiendo esos maravillosos 17 cm de polla como una piedra, hasta que paré de golpe y mirándote a los ojos, te pregunté:
    
    “¿Qué prefieres, mi amor? ¿Quieres que me suba encima de Mario y me lo folle ahora que está bien duro, o prefieres que sigamos juntos comiéndole la polla hasta que se corra?”
    
    Odias esas situaciones. Aunque has mejorado mucho, siento la tensión en tu mandíbula. No contestabas, así que, para ayudarte un poco, te escupí en los ojos y te pegué un buen bofetón, requiriendo una respuesta inmediata.
    
    Cuando levantaste la ...
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