1. El proctólogo


    Fecha: 31/10/2018, Categorías: Transexuales Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... un poco más abajo, allí la tela se expandía súbitamente en un lago intentando vestir sin éxito los testículos de Marcela que desbordaban las costuras. Él ardía en deseos de navegar en una expedición espeleológica siguiendo la ruta que parecía indicarle la parte posterior de la braguita y explorar la profunda sima que se ocultaba a su vista, disfrutando de todas las cavidades que esperaba se abriesen ante él.
    
    Eulogio se arrodilló frente a la cama con la misma devoción que en su infancia se había arrodillado frente al altar mayor en el colegio del Opus Dei en el que le encerraron sus padres; apoyó las manos temblorosas en los cálidos cachetes, agachó reverentemente la cabeza, cerró los ojos y siguió con los labios el recorrido del tanga. Hasta su nariz llegó el aroma de la piel de la mulata, el olor de la tela y el suavizante, un vago recuerdo del perfume de la crema hidratante, la gloriosa y excitante esencia de un culo sano y perfecto.
    
    En la posición en la que estaba arrodillado, los pies del transexual rozaban sus genitales con suavidad. El doctor aún no se había quitado los pantalones y la furiosa erección, constreñida por los calzoncillos y el pantalón, se transformó en un suplicio. Le pareció que su miembro iba a reventar si no lo liberaba. Buscó la cremallera, la bajó y su pené brincó con alivio fuera de su prisión rebotando contra la suave planta del pie de su acompañante.
    
    Eulogio cerró los ojos, tratando de calmarse escuchó su propia respiración. Una vez ...
    ... serenado, su atención se dirigió nuevamente a los glúteos a los que había estado adorando. Separó los hemisferios con las manos, sus labios musitaron una oración ferviente y sincera de agradecimiento y su lengua resiguió el camino trazado por sus labios, el sendero del tanga. A medida que descendía ensalivando la tela, percibía la gradación de sabores de aquel culo delicioso y un sutil aumento de la temperatura como si se estuviese adentrando en las entrañas de un volcán.
    
    Se separó unos centímetros y admiró las húmedas paredes laterales que se combaban hacia el profundo y sombrío interior donde aún yacía la malla del tanga. Con el dedo índice la tomó y la separó a un lado con reverencia para poder tener una mejor visión. El vello prieto, empapado de saliva y sudor, se pegaba a las paredes de piel apuntando a un ojo de chocolate que parecía lanzarle un beso.
    
    Afiló la lengua y repasó amorosamente las laderas, empezando por las cumbres y patinando hacia el interior en amplios y lentos círculos. Una variación en la textura de la piel y un suspiro de Marcela, le indicaron que había llegado a la sensible zona del ano. Profesionalmente consciente, el proctólogo punteó la piel con suaves golpes de su lengua, consiguiendo que el travestido lanzase en cada ocasión un nuevo gemido.
    
    Con una suave presión de las manos separó aún más las nalgas y hundió la lengua en el ano de la mulata. La facilidad con que éste se dejó penetrar fue un premio a su paciencia. Mientras hundía ...
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