1. Mi odiosa madrastra, capítulo 7


    Fecha: 11/03/2025, Categorías: Hetero Autor: dickson33, Fuente: RelatosEróticos

    ... beneficiaría. Pero ella no quería que en el barrio la conocieran por su trabajo. Una tontería, según pensaba yo. Si bien sólo una minoría de sus fans eran de Argentina, y parecía improbable que la reconocieran por la calle, el número de seguidores iba aumentando constantemente, por lo que sólo era cuestión de tiempo para que en el barrio —y en el edificio—, se inventaran todo tipo de cosas debido al peculiar oficio que llevaba.
    
    — Mierda. Vamos al de al lado —dijo Nadia, cuando vio que en el pasillo en el que nos habíamos metido también había muchos clientes—. Y eso que elegí un horario en el que no suele salir mucha gente —agregó después.
    
    En efecto, era la hora de la siesta, y las calles parecían casi desiertas. Pero por lo visto no éramos los únicos que habíamos elegido ese horario para ir al supermercado.
    
    — Quizás sea mejor allá —dije, señalando la otra parte del local, donde estaba el sector de los vinos. Parecía que no había nadie en ese momento. Además, era el último pasillo, por lo que a un costado sólo tenía una pared.
    
    — Estás nervioso ¿No? —preguntó, aunque era evidente que ya conocía la respuesta.
    
    — Para nada —contesté, mintiendo.
    
    — Si me lo preguntás, me parece una tontería lo que voy a hacer. Pero a veces hay que ensuciarse las manos.
    
    — Todo sea por el vil metal —respondí.
    
    Saqué el celular de mi bolsillo, y seguí a Nadia, que iba arrastrando el carrito y poniendo algunas cosas en él. Pero, aunque se esmerase por parecer normal, no se ...
    ... asemejaba a ninguna ama de casa que conocía. Se había puesto tacones altos, y meneaba las caderas de una forma exagerada, una forma que solo a las mujeres como ella no les sentaría ridículo, pues era una de las tantas maneras que tenían de derrochar su sensualidad, cosa que siempre dejaba felices a los hombres, y admiradas a las mujeres.
    
    A cada paso que daba, la pierna que quedaba atrás permanecía rígida, de manera tal que el glúteo sobresalía, como si se inflara dentro de la pollera. Si la visión se concentraba en esas dos nalgas, como lo hacía cada tipo que se la cruzaba, resultaba un movimiento hipnótico, casi mecánico, en donde una nalga se contraía para dar paso a la otra, una y otra vez. Mis amigos podrían estar un día entero viendo caminar a Nadia, y serían felices sólo con eso.
    
    Ahí estaba yo, metido de nuevo en una de sus locuras. Y es que si bien su argumento era simple, no dejaba de ser certero. Debíamos hacer todo lo que podíamos para generar la mayor cantidad de ingresos posible. La cosa estaba difícil en el país. Yo había enviado decenas de currículums, y ni uno solo había sido respondido, y los gastos del departamento no eran insignificantes, ni mucho menos.
    
    Nos acercamos al sector de los vinos. Mis manos estaban transpiradas. Esperaba que no se resbalara el celular justo cuando debía utilizarlo. Debía hacer todo en el primer intento, no quería tener que repetir esa bochornosa tarea de nuevo.
    
    Nadia dio vuelta a mirarme.
    
    — Ahora —dijo.
    
    Encendí la ...
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