1. Mi odiosa madrastra, capítulo 7


    Fecha: 11/03/2025, Categorías: Hetero Autor: dickson33, Fuente: RelatosEróticos

    ... cámara de video. Ahora mi madrastra aparecía en escena. Agarraba una botella de vino y la metía en el carrito. Después giró hacía mí. Su rostro estaba cubierto, pero me di cuenta, por la expresión de sus ojos, que se le había formado esa sonrisa de nena traviesa que yo ya conocía. Ese era el momento en que lo haría.
    
    Miré a todas partes, a ver si no aparecía alguien. Se escuchaban algunas voces muy cercanas, pero nadie a la vista. Habrían de estar en otros sectores, comprando otras cosas que no tenían nada que ver con el alcohol.
    
    Entonces Nadia se detuvo. Se apoyó en al carrito. Inclinó su cuerpo hacia adelante. Procedí a enfocar su trasero, que por el momento había cesado de hacer ese hipnótico movimiento. La pollera floreada era tan ceñida que, si se la miraba bien, permitía adivinar la forma de la tanga que llevaba abajo, la cual quedaba en relieve. Como era de esperarse, era diminuta, con las tiras finísimas.
    
    Y entonces, así como yo lo había hecho el día anterior, esta vez ella misma se levantó la pollera, lentamente, hasta dejar su culo al aire, cubierto apenas por una tanguita roja, que la cubría tanto como una mano puede tapar el sol. Miró a cámara de nuevo. Así es, la loca de mi madrastra estaba en culo en medio del supermercado. Caminó unos pasos, y esta vez el sugestivo movimiento de su duro trasero era realizado casi al desnudo.
    
    Luego se bajó la pollera y siguió caminado como si no hubiera pasado nada.
    
    Miré a todas partes, con temor a que hubiera ...
    ... alguien agazapado en algún lugar, y hubiera visto todo lo que habíamos hecho. Sería una absoluta vergüenza que nos echaran de ahí por exhibicionismo. Pero he de reconocer, que quizás por primera vez en la vida, sentía la adrenalina que genera estar haciendo algo incorrecto, y sobre todo, el miedo a ser atrapado infraganti.
    
    No había nadie, sin embargo, en ese momento me di cuenta del terrible error que había cometido. La vinoteca a simple vista parecía un lugar ideal en cierto sentido, pues estaba en un rincón del supermercado, y no había clientes más que nosotros en ese momento. Pero había omitido un pequeño detalle. En el techo, por encima de los estantes, había colocada una cámara de seguridad, cuya luz roja estaba encendida, y apuntaba directamente al pasillo en el que estábamos nosotros.
    
    Me puse rojo de la vergüenza. Pero no le dije nada a ella, deseando que simplemente fuera una cámara puesta para persuadir a los ladrones, cosa que había leído que solían hacer ciertos negocios que no contaban con el presupuesto para instalar un sistema de seguridad fiable.
    
    — ¿Salí bien? —preguntó Nadia, estirando la pollera de nuevo, quizás por temor a que no haya quedado prolija, cubriendo todo lo que tenía que cubrir.
    
    — Tan bien como puede salir un culo en cámara —contesté.
    
    — O sea que salí bien.
    
    Le dije que pasara por caja ella sola, que no quería que nadie nos preguntara que por qué habíamos entrado juntos, si eso no estaba permitido. La vi desde cierta distancia, ...
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