1. Mi odiosa madrastra, capítulo 7


    Fecha: 11/03/2025, Categorías: Hetero Autor: dickson33, Fuente: RelatosEróticos

    ... mientras el cajero la atendía. Lo cierto es que el tipo no se veía raro, y tampoco había un intercambio de miradas entre los otros empleados, algo que de seguro sucedería si la habían descubierto haciendo sus travesuras. Así que, más tranquilo, salí por la misma puerta por la que había entrado.
    
    — Usted es un campeón ¿sabía? —me dijo el tipo que atendía en la entrada, recibiendo los paquetes que dejaban los clientes antes de ingresar al local. Me hizo un gesto con la cabeza, señalando hacia arriba. Ahí me di cuenta de que el monitor estaba en una esquina, sobre un estante. Me puse más rojo de lo que estaba, y salí de ese local.
    
    Así que ese tipo había visto cómo Nadia se levantaba la pollera. Lo bueno era que no me había tirado la bronca por el exhibicionismo. Pero no dudaba de que no tardaría en contarle a sus compañeros lo que había sucedido, y el chisme se esparciría más rápido que el coronavirus.
    
    — ¿Estás bien? —preguntó ella, cuando nos encontramos en la salida, notando mi turbación.
    
    — Había una cámara —reconocí, pues pensé que mientras antes lo hiciera, mejor.
    
    — Qué boludos, no nos fijamos en eso —comentó ella.
    
    — No, no se nos ocurrió lo más obvio.
    
    — ¿Y será que nos vieron? —preguntó, preocupada.
    
    — Al menos ese de allá sí —respondí, señalando al tipo que me acababa de cruzar en la entrada.
    
    Ella lo observó, a través de la pared de vidrio. El tipo la saludó con la mano.
    
    — Qué pajero —dijo—. Ahora va a pensar que por haberme visto el culo tiene ...
    ... derecho a hacerse el vivo conmigo.
    
    — Si se llega a propasar con vos, decímelo —dije, mientras empezábamos a alejarnos.
    
    — No necesito un caballero con armadura que me defienda, enfrentándose en duelo a quienes me agreden — respondió ella.
    
    — No me voy a batir a duelo con nadie, solo digo que… —dije, sin poder terminar de hilvanar la idea—. Bueno, en esta estamos juntos ¿no?
    
    Nadia me agarró del brazo, y fuimos caminando juntos los metros que quedaban hasta el edificio.
    
    — Sí, tenés razón. Igual no pienso ir a ese supermercado por un buen tiempo, para evitar momentos incómodos. Ya de por sí hay montones de tipos que se creen que porque me visto de determinada forma, los estoy invitando a cogerme. Imaginate lo que debe estar pensando ese chico.
    
    — Bueno, no lo conozco, quizás no sea alguien prejuicioso —dije, aunque no estaba en absoluto convencido de eso.
    
    — Debe pensar que soy una puta, como todos —dijo, tajante.
    
    — No exageres. No todos piensan así. Estamos en el dos mil veinte ¿sabías? —dije, asombrándome a mí mismo por intentar que no se sintiera paranoica por lo que acaba de pasar.
    
    — En fin, ya no quiero hablar de esto.
    
    No lo mencionamos, pero ambos estábamos conscientes de que sólo era cuestión de tiempo para que la vida que llevaba en las redes sociales, donde vendía sus fotos en las que salía desnuda, se mezclara con su vida cotidiana. Era algo que ella temía, pero a la vez sabía que tarde o temprano iba a suceder. No faltarían los prejuiciosos y ...
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