Humillando a mi sumiso con una manada
Fecha: 13/03/2025,
Categorías:
Dominación / BDSM
Autor: DominAma, Fuente: CuentoRelatos
... de tus ideas, siempre tenía una sensación de falta de oxígeno que no conseguía superar. Tú lo sabías bien, y te dejabas hacer.
Cuando terminamos de ducharnos, y mientras te secaba y te echaba crema por todo el cuerpo, me miraste fijamente y me dijiste:
“Corazón, sabes que siempre que quieras puedes parar lo que estemos haciendo. No quiero repetírtelo cada vez que siento esa angustia subir por tu pecho. Simplemente di en alto la palabra de seguridad y todo se terminará inmediatamente. ¿Lo tienes claro, verdad Pedro?”
“Sí, Ama. Lo tengo claro. Descuida. No te preocupes por mí y disfruta… sabré cuidarme, pero si no puedo seguir, lo pararé… sea lo que sea lo que tienes en mente”
“No voy a contarte nada. Lo único que tienes que hacer es obedecerme, zorra. Si vuelves a deslizar una indirecta haré que lo pases peor de lo que tengo previsto. No me gusta repetir las cositas”
Seguí echándote crema en silencio. Tu espalda, tus piernas… tus pies. Estaba excitado, y aproveché para acariciarte disimuladamente la entrepierna. Sonreíste y dijiste:
“Tú caliéntame más aún de lo que ya estoy, puta. Verás qué bien voy a pasármelo”
Sonreí, pero no dije nada. Me pediste que te alcanzara un frasco pequeño de perfume que siempre llevabas contigo en el bolso. Me ordenaste colocarme a cuatro patas y te sentaste en mi espalda. Te encantaba hacerlo cuando ibas a disfrutar de otros hombres. Perfumarte, acicalarte… que sintiera tu excitación y me humillara era algo que te volvía ...
... loca, y a lo que yo estaba acostumbrado. Pero eso de que habías quedado con cinco hombres a los que no conocías, no terminaba de entenderlo, ni conseguía sacármelo de la cabeza.
Después de que estuvieras perfectamente maquillada, me pediste que te pusiera la ropa interior. En la bolsa negra que yo mismo había traído desde casa tenías ropa. Enseguida me di cuenta de que ibas a feminizarme, pues había muchas cosas para mí. Te sentaste en la cama y te puse unas medias negras de rejilla que te llegaban hasta el muslo, un tanga de encaje precioso y me pediste que te echara una mano con las ligas. Estabas increíble.
“Bueno, cariño. Pues yo ya estoy”
Te miré sin entender nada. Ni siquiera llevabas sujetador. Pero no dije ni una palabra. Miraste el reloj y te diste cuenta de que quedaban 5 minutos para la hora en la que habías quedado, y me ordenaste que me vistiera con toda la ropa que había en la bolsa negra. Lo saqué todo apresuradamente y me vestí. Habías elegido unas medias negras, un tanga a juego que resaltaba mi culo respingón y un vestido suelto, también de color negro. En la bolsa había unos zapatos de tacón negros que no conocía. Me subí encima de sus 10cm de tacón y entonces me pediste que me pusiera de rodillas para maquillarme. Pintaste mis labios con el mismo pintalabios que habías usado tú. Un rojo intenso que me encantaba cómo te quedaba, y cuando terminaste, escuché sonar el timbre de la puerta.
“Cariño, han llamado. Deberían ser mis amigos. Escucha ...