1. Mis odiosas hijastras (13)


    Fecha: 10/06/2025, Categorías: Hetero Autor: dickson33, Fuente: RelatosEróticos

    ... falda tableada unos cuántos centímetros más. La camisa le quedaba muy ajustada y los botones parecían a punto de salir disparados por la presión que sus enormes tetas ejercían desde adentro. La corbata estaba desajustada y la había colocado a un costado. El pelo castaño estaba suelto. Ahora sí, parecía toda una actriz porno.
    
    —Qué vas a cocinar —dijo.
    
    Se subió a la mesada, apoyando su enorme trasero en ella. Las piernas quedaron un poco abiertas. Desvié la vista, instintivamente, y me encontré con la bombachita blanca de bordes rosas que estaba usando. La misma que yo había visto que seleccionaba de su cajón antes de meterse al baño para darse una ducha.
    
    Respiré hondo, sintiendo como si estuviera siendo poseído por un espíritu maligno y depravado. Miré hacia la puerta de la cocina. La primera vez que había metido mano en ella habíamos escuchado que alguien bajaba las escaleras. Ahora también podríamos hacerlo, pero si estábamos cogiendo sería más difícil detenernos y disimular que nada estaba pasando. Incluso corríamos el riesgo de no escuchar cuando alguien bajaba. Pero lo cierto es que en ese momento no pensé en nada de eso. Valu estaba sobre la mesada. Se hacía la tonta, fingiendo que no me estaba prestando atención. Su pollerita, además de ser muy corta, había quedado muy levantada. Los muslos aparecían desnudos y su braga blanca seguía a la vista.
    
    Me acerqué a ella. Valu no pudo contener su sonrisa cuando vio que estaba consiguiendo lo que pretendía: ...
    ... provocarme hasta el punto de obligarme a actuar con insensatez. Me arrimé tanto que mi ombligo quedó apoyado en la mesada. Sus piernas flanqueaban mis caderas. La agarré del rostro, apretando sus mejillas con mis dedos. Apoyé la otra mano en su muslo y empecé a deslizarlo por su piel tersa, en dirección hacia su entrepierna.
    
    —No —dijo Valu, haciendo un movimiento de cabeza con el que se liberó de la mano con la que apretaba su rostro—. Ya te lo dije. Hace unos minutos podías haberme tenido y te hiciste el importante. Ahora te vas a quedar con las ganas —dijo.
    
    Era obvio que se había puesto ese atuendo para asegurarse de que me iba a excitar al verla. Si con cualquier otra prenda no podía dejar de mirarla, ahora con ese uniforme pornográfico era imposible no irme al humo. Se notaba que le había herido profundamente el ego. Solo así se explicaba que decidiera recurrir a ese golpe bajo. La pendeja era muy predecible, pero aún así muy eficiente a la hora de idear sus maldades. ¿De qué me servía intuir por dónde iba la mano si de todas formas iba a actuar como ella quería que actuara?
    
    Valu se bajó de la mesada, con cierta dificultad, pues yo no me moví de donde estaba. Cuando cayó en el piso la agarré de la muñeca. Después de todo, ella no era infalible. Había algo que, según yo, era su punto débil: ella terminaba cayendo en sus propios juegos. Al igual que lo que pasó en su cuarto, no me cabían dudas de que ahora estaba tan excitada como yo.
    
    La atraje hacia mí. Me entusiasmó ...
«12...456...10»