El profe (capítulo 3)
Fecha: 13/06/2025,
Categorías:
Anal
Autor: Jcasf, Fuente: CuentoRelatos
... volvió a aflojarse.
—¿Te gusta la inyección?
—Si… Si profe…
Moví las caderas y le metí otro tanto más, ella me apretaba fuerte, mi pedazo palpitaba en su interior, lubriqué un poco más.
—La sientes.
—Si, la siento, toda—me contestó con la voz entrecortada.
De una vez se la terminé de meter, hasta la base, ella lanzó un pequeño gritito, pero no se opuso.
—Ahora sí la tienes toda ¿te gusta?
Pero solo gemía, me movía un poco y ella gemía más, hice ligeras metidas y sacadas, rociando lubricante alrededor de mi pedazo. De pronto ella comenzó a acompasar mis metidas y sacadas con sus propios movimientos.
—Si que te gusta ¿no? —le dije— confiésalo.
—Siiii… ahhh…
Ahora se movía más y más, ya se había adaptado a mi verga y se estaba taladrando solita. Había entrado en modo zorra completa. Se la sacaba aún más, solo para volverla a clavar, ella aguantaba las embestidas y hacía soniditos de dolor y placer muy estimulantes.
—Te gusta duro, duro por el culo.
—¡SI! ¡AHH!
—¿Cómo te gusta?
—¡DURO POR EL CULO!
Estaba casi en mi límite, excitadísimo con el que probablemente era mejor sexo anal de mi vida. Me agaché y, tomándola por las ...
... piernas, la levanté en el aire, con su espalda chocando con mi pecho, y ella principalmente apoyada en mi verga bien introducida en su culito. La hice saltar unas cuantas veces más, la penetré hasta el tope y dejé salir toda mi leche en su interior, mi pedazo se hinchaba con cada nuevo chorro que le soltaba, fue una corrida tremenda, pese a tenerla clavada hasta el fondo un poco de leche rebalsó y salió de ella. Sin sacársela me senté en el sillón, ella seguía bien clava y muy quieta, sentada sobre mí, con su espalda apoyada en mi pecho, respirando agitada.
La abracé, acariciándola y susurrando lo bella que era. Le quité el antifaz, ella volteó y con algunas lágrimas en los ojos me dio un beso, le correspondí, dejándola descansar. Le propuse ir a darnos un duchazo.
—Esa inyección me dolió —me dijo bromeando, haciendo un puchero.
—Ya te acostumbrarás —le contesté sonriendo.
Pasé el resto de la noche con ella, charlamos un poco más y dormimos profundamente. El domingo la consentí cuanto pude, pues viajaba temprano. Hice mis deberes y cosas rutinarias, el lunes temprano me encaminé a la universidad con buen ánimo, pero no tenía ni idea de lo que me esperaba.