Mis odiosas hijastras (8)
Fecha: 30/07/2025,
Categorías:
Hetero
Autor: dickson33, Fuente: RelatosEróticos
... pasándome esto? No había imaginado que justamente ella fuera tan histérica. Que me provocase de esa manera solo para molestarme… No, no podía ser eso. Nadie llegaba a ese punto solo por molestar. Subí por las escaleras, para ir a su encuentro. Aunque no quisiera coger, ya habíamos llegado al punto en el que podía tomarme la libertad de entrar en su habitación para preguntarle qué carajos tenía en la cabeza. Eso sí, estaba tan caliente, que era probable que apenas entrara, le bajaría la calza hasta los tobillos y le arrancaría la tanga con los dientes, para poseerla ahí nomás, de una puta vez.
Pero para mi sorpresa, o mejor dicho, para mi desgracia (porque a esas alturas eran pocas las cosas que realmente podían sorprenderme), la puerta estaba cerrada con llave. Intenté abrirla una vez más, pero como me di cuenta de que estaba haciendo demasiado ruido, me rendí.
Me dispuse a volver abajo, con el ánimo por el suelo. Agos se había ido, y Valu se había arrepentido. Quizás me había adelantado mucho, pensé. Que tuviera un acercamiento con ellas no implicaba que era seguro llevármelas a la cama. Incluso la que me había hecho el pete seguía haciéndose la tonta, por lo que , a pesar de que me doliera, era probable que al final de cuentas, y después de tantas fantasías que parecían a punto de hacerse reales, no me terminaría cogiendo a ninguna de mis hijastras. Y encima ahora corría el riesgo de que Valentina me acusara con su madre. ¿De verdad me consideraría un degenerado? ...
... Trataba de decirme que no, que ella debía comprender que yo había actuado así porque ella me provocó. Aunque la muy zorra podía aducir que me había dicho en varias ocasiones que no quería hacer nada. Si Mariel se enteraba, tenía todas la de perder. Si todo eso había sido un perverso plan de la hermana del medio para liberarse de mí, y por fin lograr que me fuera de esa casa, le había salido a la perfección, y yo había caído como un idiota.
Todos estos sentimientos y teorías se agolpaban en mi cabeza mientras caminaba lentamente por el pasillo en donde estaban las habitaciones de las chicas. En ese momento sentí que una puerta se abría.
—¿Todo bien? —dijo Sami a mis espaldas.
Estaba en el umbral de la puerta, como si temiera salir al pasillo. Llevaba ese peculiar pijama de una sola pieza, de color rojo, con lunares blancos. Pero recién ahora raparé en que tenía una capucha, que esta vez llevaba puesta. En los pies llevaba unas pantuflas lilas. La pequeña Sami se veía como una niña.
—Sí, todo bien, solo quería saber si habían dormido bien anoche —dije.
En ese momento me di cuenta de lo estúpido que había sido al inventar esa excusa. Si había ido a eso ¿Por qué me estaba marchando sin haber golpeado la puerta de Sami? Pero por suerte ella no se percató de mi incoherencia (o quizás simplemente fue indulgente conmigo).
—Yo dormí bien. Aunque creo que voy a seguir durmiendo ¿No te molesta? Ayer nos acostamos tarde con las chicas.
—Claro que no me molesta. Es ...