1. Ella y yo


    Fecha: 06/08/2025, Categorías: Erotismo y Amor Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... que ver la vi caminar, completamente desnuda, hacia mí. Reitero: amo ver su desnudez. Es endiabladamente hermosa.
    
    - Eres la mujer más hermosa que he visto – le dije sincero
    
    - Sabes que eso no es cierto – dijo reprochándomelo
    
    - Es neta, eres muy hermosa mujer – dije ofendido. Es difícil expresar la visión propia y la mía era simple: Valeria es la mujer más hermosa del mundo
    
    - No es cierto.
    
    No quise discutir. Es imposible discutir con una mujer. Puedes decirle a una mujer mil veces que es bella y hermosa, pero jamás te creerá. En cambio, si alguna ocasión sueltas que está un poco “gordita” o es fea, jamás lo olvidarán. Así son… y así las amamos. Las necesitamos.
    
    La besé y acaricié cada parte de su cuerpo. Es simplemente perfecto, “incluso ese par de libras de más” como diría Arjona.
    
    Pronto estuvo listo el jacuzzi. El agua estaba casi hirviendo, como le gusta a ella y soporté el castigo, con tal de estar a su lado. Rápidamente comenzamos con los besos y las caricias. No podía creer que no me cansara de aquello. Quizá nunca me cansaría de besarla y tocarla. Lo hicimos nuevamente en el jacuzzi, envueltos en burbujas y agua en extremo cálida. Aunque debo decir que, en comparación con nuestros cuerpos, el agua parecería fría.
    
    Hicimos un descanso para comer y mirar la tele un rato. Sin embargo, aun teníamos ganas de seguir. Yo quería más y ella, al parecer también. Necesitaba estar dentro de ella y que me sintiera. De llenarla de mi y que ella me llenara de ...
    ... su ser, de su sabor, de su calor. Y estábamos ya en eso. Nuevamente estaba encima de mí, haciendo círculos con su pelvis, haciéndome gemir de placer. Y de pronto me dijo: “dame una nalgada”.
    
    Aquello me sorprendió muchísimo. Ella no era de ese tipo de mujer. No sé porqué lo hizo. Desconozco la razón, pero no quise hablar sobre ello y dejarme llevar mientras durara el momento. Cumplí sus exigencias y recordé, después de mucho, lo que era azotar un culo. Aquel placer tan inmenso y tan gratificante, pero olvidado, volvió a mí como una ola de mar. Me golpeó con tanta fuerza que a los pocos instantes, terminé nuevamente, inundándola con mi semilla.
    
    Valeria jadeaba mientras yo acariciaba sus pechos. Ella también, al parecer, había tenido un orgasmo, aunque no tan intenso como el mío. Se acurrucó sobre mí. Apenas pesaba y me proporciono una sensación maravillosa. Su cuerpo pequeño, descansando sobre el mío, me hizo sentir hombre. Era su macho y ella mi hembra. La amaba y ella a mí. Me sentía seguro con ella y ella de mí. Pocas veces he estado tan feliz como en aquella ocasión. Pleno, en paz y completo. Nos olvidamos de lo que habíamos comprado y se me pasó la oportunidad de intentar cogérmela por el culo. Será en otra ocasión…
    
    Sin embargo, había algo que no podía dejar de pensar. Si bien disfruté enormemente la tanda de azotes (y fueron de los fuertes… muy fuertes) que le proporcioné mientras hacíamos el amor, algo no me dejaba asimilarlo. Ella no era de ese tipo de persona. ...
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