1. Para mi pengirl


    Fecha: 15/01/2019, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Tita, Fuente: CuentoRelatos

    ... olió y me lo dio a oler. Separó la hoja donde yo había impreso el soneto que le hice, lo leyó.
    
    —¡Está muy bonito! Eres un poeta consumado. ¿Quién no te va a abrir las piernas para que entres en ella si le escribes así?
    
    —A ver, ábrelas... Le dije incitándola a acomodarse para cogérmela de perrito. Dócilmente se colocó, sin soltar el soneto. La tomé de las caderas, la penetré y empecé a moverme despacio y ella a recitar, leyendo mi escrito. Al final del último verso: “dos amantes contemplan las estrellas”, yo me estaba moviendo rapidísimo y Tita empezó a gritar “¡Sí las miro, mi amor, sí las miro!” y me vine... Quedé sobre su espalda, sin sacárselo y sentí su delicioso perrito que me chupaba, ¡otra vez en el Paraíso!
    
    Reposados acostados frente a frente y besándonos, me dijo “Eres más de lo que dijiste, eres más de lo que esperaba...”. Sólo acerté a contestar “Te amo y me da gusto que sientas cómo te amo”, antes de ponerme a mamar sus chiches.
    
    Al rato fue por su bolsa, la abrió para meter la hoja y la dejó abierta sobre el buró. Yo pensé que ya se había acabado todo, además creí que ya me había quedado seco, pero no conté con la destreza de sus labios y su lengua. Me lo paró ...
    ... otra vez y se acostó pidiéndome que la penetrara una vez más. No había terminado de metérselo cuando me abrazó fuertemente y anudó sus pies en mi cintura. “Vente mucho, mi amor, vente mucho” susurró en mi oreja y la lamió. ¡Sentí que su vagina me apretaba el pene! Me moví tanto que empecé a sudar y ¡eyaculé otra vez! ¡Qué hembra tan puta, sabía cómo exprimir hasta a una piedra! “¡Así, para que ambos contemplemos aquí a las estrellas!” dijo extrayéndome otro chorro. “¡Ah!”, dijo y se soltó de mí haciendo que desfallecido rodara hacia la cama. Subió ambas piernas a mi cadera y alcanzó su bolsa de la que extrajo un tampón y un condón. Yo miraba sin comprender. Abrió el paquete del condón y cubrió con él al tampón. Se lo metió en la vagina y, ante mi mirada asombrada dijo: “No quiero que se me quede en las pantaletas. Amo mucho a mi esposo y esta noche quiero compartirle mi felicidad.”
    
    Se puso de pie y se empezó a vestir. Cuándo se estaba peinando volteó y me dijo “¿Te vas a quedar aquí?”. Contesté “No, hermosa chichona, pero sí me quedo toda la vida si tú también te quedas conmigo”. No me quedaba duda, sus tetas, su aroma y su sabor, me tenían a sus plantas. Otro buey más para la yunta... 
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