Desbordada: Confesiones de una sesentona indomable - Relatos Eróticos

Desbordada: Confesiones de una sesentona indomable

... protección hacia este nuevo espacio que estoy creando para mí.

—Te queda bien ese vestido —comenta, y por un momento veo en sus ojos un destello de reconocimiento, como si redescubriera a la mujer con la que se casó.

—Gracias.

El IVAM está lleno de ese público típico de inauguraciones: jóvenes con ropa extravagante, intelectuales de ceño fruncido, parejas elegantes que parecen más interesadas en ser vistas que en ver. Ximo me espera en la entrada, impecable en un traje azul marino que resalta el tono bronceado de su piel.

—Estás espectacular —dice al verme, y sus ojos confirman sus palabras.

La exposición es una retrospectiva de un artista conceptual cuyo nombre he olvidado nada más leerlo. Básicamente, son grandes lienzos en blanco con pequeñas intervenciones que, según los textos explicativos —escritos en esa jerigonza artística que solo entienden los iniciados y los que fingen entenderla—, representan«la fragilidad de la existencia humana ante el vacío cósmico». Vamos, lo que viene siendo mi nevera los lunes por la mañana.

—¿Qué te parece? —pregunta Ximo, señalando lo que a mí me parece una mancha de mosca estratégicamente colocada sobre un lienzo del tamaño de mi salón. Debajo, una pequeña placa reza: «Singularidad en el abismo. Óleo sobre lienzo. 2023».

—Francamente, creo que mi nieto de cinco años podría haberlo hecho mejor —respondo en un susurro—. Y con más color. Luego tendría que consolarlo, claro, porque el pobre estaría convencido de que ha ...

... arruinado un lienzo perfectamente bueno. Y tendría razón.

Ximo suelta una carcajada que resuena en la sala como un trueno en misa. Varias señoras con gafas de pasta y expresiones de profunda concentración nos fulminan con la mirada, como si hubiéramos interrumpido una sesión de espiritismo con Kandinsky.

—¡Gracias a Dios! —exclama Ximo, bajando la voz a un conspirativo susurro—. ¡Pensaba que tendría que fingir admiración toda la noche! Entre tú y yo, Pepa, esto es un timo de dimensiones cósmicas, ¿verdad? Diría que el artista se ha pasado de minimalista... o de listo.

Su honestidad me hace reír a carcajadas, y de pronto, la exposición se vuelve mucho más interesante. Pasamos el resto de la visita inventando interpretaciones cada vez más absurdas para las obras:«Homenaje a la pelusa que se acumula debajo del sofá»,«Oda al último grano de arroz enganchado en la paella»,«Meditación trascendental sobre la inutilidad de las tapas de los yogures». Las miradas reprobatorias se multiplican, pero nosotros nos divertimos como niños traviesos que han descubierto el escondite secreto de las galletas. Para cuando salimos, hemos rebautizado la exposición como«Abstracción para principiantes: Cómo ganar un millón de euros sin tocar un pincel». Y la verdad, me siento como si hubiera asistido a la inauguración de una nueva era del arte. La era del cachondeo.

Después de la exposición, caminamos sin rumbo por las calles del centro histórico. La noche valenciana es tibia, acogedora, y ...