1. Desbordada: Confesiones de una sesentona indomable


    Fecha: 13/09/2025, Categorías: Infidelidad Autor: Lucas 2304, Fuente: TodoRelatos

    ... tu marido, además de ser un ignorante anatómico, se ha perdido uno de los mayores placeres de la vida —murmura, su aliento cálido contra mi intimidad—. Y prometo que durará bastante más que doce segundos.
    
    Lo que sigue es una revelación. Un descubrimiento de sensaciones que creía extintas o, peor aún, que nunca había experimentado realmente. Su boca, su lengua, sus dedos me llevan a un lugar donde el tiempo se suspende, donde solo existe el pulso del placer que crece y crece hasta que explota en oleadas que me atraviesan enteras.
    
    Es extraño sentir este poder a mis sesenta y nueve años, esta capacidad de provocar jadeos en un hombre más joven. La sensación me embriaga, me devuelve una juventud que creía perdida entre las sábanas frías de mi matrimonio.
    
    —Así... —murmura Ximo, guiándome sutilmente.
    
    De repente, su respiración se vuelve más agitada. Sus músculos se tensan bajo mis dedos.
    
    —Pepa... para... —dice con voz entrecortada, poniendo su mano sobre la mía para detenerme—. Quiero... necesito estar dentro de ti... ahora.
    
    Sus palabras, pronunciadas entre jadeos desesperados, encienden algo primitivo en mí. La urgencia en su voz. La necesidad cruda. El deseo sin filtros.
    
    —Sí —respondo con una seguridad que me sorprende—. Yo también lo quiero.
    
    Alcanza el lubricante. Lo aplica generosamente.
    
    Cuando finalmente nos unimos, la sensación es tan intensa que contengo el aliento. Hace años que el sexo con Quique se redujo a un intercambio rutinario, mecánico, ...
    ... casi clínico. Esto es diferente. Es animal y tierno a la vez. Es reconocimiento mutuo. Es presente absoluto.
    
    Nos movemos juntos, encontrando un ritmo que parece habitar en nosotros desde siempre. Sus manos me sostienen como si fuera algo precioso. Sus ojos no se apartan de los míos, y en ellos veo reflejado no solo deseo sino admiración.
    
    Cuando el placer alcanza su punto máximo, grito sin pudor, sin contención. Es un sonido que no reconozco como propio, que emerge de un lugar profundo y auténtico. Ximo me sigue poco después, pronunciando mi nombre como una plegaria.
    
    Después, tendidos uno junto al otro, nos envuelve un silencio cómodo. Su mano acaricia mi brazo con movimientos lentos, como si estuviera memorizando la textura de mi piel.
    
    —Eso ha sido... —comienzo, pero no encuentro las palabras adecuadas.
    
    —Lo sé —responde, entendiendo perfectamente.
    
    Me giro para mirarlo y descubro una expresión vulnerable en su rostro, tan diferente de la seguridad que muestra habitualmente.
    
    —Pepa, no quiero que pienses... —Se detiene, buscando las palabras—. Esto no es solo...
    
    —Lo sé —lo interrumpo, porque realmente lo sé.
    
    Nos quedamos así, en ese espacio entre las palabras, dejando que nuestros cuerpos expresen lo que aún no estamos preparados para verbalizar. No es solo sexo, pero tampoco es amor. Es algo nuevo, algo que se está formando entre nosotros, tan frágil y precioso como los mecanismos que él repara con tanta delicadeza.
    
    Bajar a nuestro piso es un viaje ...
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