Desbordada: Confesiones de una sesentona indomable
Fecha: 13/09/2025,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Lucas 2304, Fuente: TodoRelatos
... esto».
—Nos fuimos a cenar después. Con Merçè y otros profesores jubilados —miento, y me sorprende lo fácil que resulta. Setenta años de honestidad casi patológica y, de repente, miento con la fluidez de un político en campaña electoral.
Quique asiente lentamente, como asimilando la información, o como un perezoso que acaba de descubrir que la rama en la que está es, en realidad, una anaconda particularmente paciente.
Luego, sorprendiéndome más que si hubiera empezado a hacer breakdance sobre la mesa del desayuno, dice:
—Me alegro de que salieras. Últimamente pareces... más feliz.
Su observación me descoloca tanto como si me hubiera dicho que había decidido unirse al Cirque du Soleil como contorsionista principal. ¿Es posible que Quique, después de años de indiferencia comparable solo a la de un bloque de granito, esté realmente prestando atención a mis estados de ánimo?
«¿Más feliz?», pienso con pánico interno. «¿Se nota tanto? ¿Llevo "Adulterio Reciente" escrito en la frente con rotulador permanente?»
—Gracias —respondo simplemente, sin saber qué más añadir, como quien recibe un calcetín usado como regalo de cumpleaños.
El desayuno transcurre en un silencio extraño, diferente al habitual. No es la ausencia de comunicación a la que estamos acostumbrados, como dos muebles antiguos que comparten habitación, sino un silencio cargado de preguntas no formuladas. Si los silencios tuvieran peso, este habría hundido la mesa del desayuno hasta el piso de ...
... abajo.
—Estaba pensando —dice finalmente Quique—. ¿Y si vamos a cenar fuera esta noche? Hace tiempo que no salimos juntos.
Su propuesta me sorprende tanto que casi derramo el café.
—¿A cenar? ¿Nosotros?
—Sí, a no ser que tengas otros planes —responde, y hay algo en su mirada que no logro descifrar.
—No, no tengo planes —digo, y es cierto. Ximo y yo no hablamos de vernos hoy—. Cenar fuera suena bien.
Quique sonríe, y por un momento veo un destello del hombre con el que me casé, ese que sabía sorprenderme, que se esforzaba por hacerme feliz.
—Bien. Reservaré en algún sitio especial.
Cuando se levanta para irse, noto algo diferente en su postura, en su energía. Como si, al igual que yo, hubiera despertado de un largo letargo.
El resto del día transcurre en una extraña dualidad. Por un lado, los preparativos para la cena con Quique, una novedad que no sé cómo interpretar. Por otro, los recuerdos de la noche con Ximo que vuelven en oleadas, provocándome sonrisas involuntarias y un calor que asciende desde mi vientre.
A estas alturas de mi vida, debería estar preocupándome por mis niveles de colesterol o por qué planta ornamental quedará mejor en el balcón, no por cómo gestionar tener un amante en el mismo edificio donde vivo con mi marido desde hace cuatro décadas. Pero aquí estoy, setenta años recién cumplidos, cortando tomates para la ensalada mientras mi mente reproduce en bucle el momento en que las manos de Ximo recorrieron mi espalda en el portal ...