1. Desbordada: Confesiones de una sesentona indomable


    Fecha: 13/09/2025, Categorías: Infidelidad Autor: Lucas 2304, Fuente: TodoRelatos

    ... oscuro.
    
    Soy oficialmente un cliché ambulante. Solo me falta empezar a escribir poesía mala y usar ropa dos tallas menor.
    
    A media tarde, mi teléfono vibra sobre la encimera.
    
    Ding.
    
    Es Ximo: «Sigo saboreando anoche. ¿Cuándo puedo volver a verte?»
    
    Mi corazón hace una pirueta digna de las olimpiadas mientras leo sus palabras. Miro furtivamente hacia la puerta, como si Quique pudiera materializar su cabeza a través de ella al estilo de "El Resplandor" y leer el mensaje por encima de mi hombro.
    
    Las palabras, simples pero directas, me provocan un escalofrío de anticipación que me recorre desde la nuca hasta lugares que llevaban décadas sin recibir visitas de interés.
    
    ¿Quién necesita menopausia cuando tienes sofocos inducidos por mensajes de texto?
    
    Respondo con una mezcla de prudencia y deseo: «Pronto. Te avisaré.»
    
    Envío el mensaje y me quedo mirando la pantalla, preguntándome en qué momento mi vida se convirtió en la trama de una de esas novelas que mi heramanaTeresa esconde en el cajón de su mesita de noche y niega leer. Al menos en esos libros, la protagonista no tiene que preocuparse por si sus rodillas crujen cuando intenta levantarse después de un encuentro apasionado.
    
    La brevedad no es por falta de interés, sino porque necesito tiempo para asimilar lo que está ocurriendo, para entender qué significa esta nueva Pepa que está emergiendo de las cenizas de años de conformismo.
    
    Quique me lleva a un restaurante junto al mar, uno de esos lugares ...
    ... elegantes donde los camareros al traer los platos los describen como si fueran poemas épicos y las velas transforman incluso los rostros más cotidianos en algo misterioso y atractivo.
    
    —¿A qué se debe esto? —pregunto mientras nos sirven el vino, un blanco fresco de Alicante que sabe a verano y posibilidades.
    
    —¿Necesito una razón para invitar a mi mujer a cenar? —responde, y hay un brillo en sus ojos que hacía años que no veía.
    
    —Supongo que no, pero no es... habitual.
    
    Quique toma un sorbo de vino antes de responder.
    
    —He estado pensando mucho últimamente. Sobre nosotros. Sobre cómo hemos... dejado que las cosas se deterioren.
    
    Sus palabras me sorprenden tanto que me quedo sin respuesta por un momento.
    
    —¿A qué te refieres?
    
    —Xé, Pepeta —usa mi diminutivo, algo que no hacía en años—. Sabes perfectamente a qué me refiero. Nos hemos convertido en compañeros de piso. Apenas hablamos. Casi nunca salimos juntos. Y hace tanto tiempo que no nos tocamos que...
    
    Se detiene, como si hubiera llegado a un territorio demasiado vulnerable para explorarlo en público.
    
    —No sabía que te importaba —digo finalmente, y hay más honestidad en mis palabras de la que pretendía.
    
    —Ese es el problema —responde, su voz más suave—. Que dejé de demostrar que me importaba. Y tú dejaste de creer que me importaba. Y así, poco a poco...
    
    —Nos perdimos —completo su frase.
    
    —Exacto.
    
    Nos quedamos en silencio, pero es un silencio diferente al habitual. No es la ausencia de palabras, sino ...
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