Desbordada: Confesiones de una sesentona indomable
Fecha: 13/09/2025,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Lucas 2304, Fuente: TodoRelatos
... la presencia de una verdad compartida que finalmente se reconoce.
—¿Por qué ahora? —pregunto, genuinamente curiosa—. ¿Qué ha cambiado?
Quique juega con su copa antes de responder.
—Te vi ayer, cuando salías para la exposición. Estabas... radiante. Como hacía años que no te veía. Y me di cuenta de que echaba de menos a esa mujer. A la Pepeta que se arreglaba con ilusión, que tenía esa chispa en los ojos.
Sus palabras me golpean con la fuerza de una revelación. La ironía no se me escapa: fue prepararme para otro hombre lo que despertó el interés de mi marido.
—Y me pregunté —continúa— qué habría pasado si esa mujer, esa Pepeta, hubiera encontrado a alguien que supiera valorarla. Alguien que no la diera por sentada, como yo he hecho.
El corazón me late con fuerza. ¿Sabe algo? ¿Sospecha? ¿O es simplemente la coincidencia más cruel del universo que decida despertar justo cuando yo he comenzado a buscar en otra parte lo que él dejó de darme hace tanto?
—No sé qué decir —admito, porque realmente no lo sé.
—No tienes que decir nada ahora —responde, cubriendo mi mano con la suya sobre la mesa—. Solo quería que supieras que... que estoy aquí. Que quizás no sea demasiado tarde para nosotros.
El resto de la cena transcurre en un extraño equilibrio entre la familiaridad de cuatro décadas juntos y la novedad de este Quique que parece dispuesto a hacer un esfuerzo, a reconectarse. Hablamos de cosas que habíamos dejado de compartir: recuerdos de cuando nos ...
... conocimos, proyectos que abandonamos, sueños que se quedaron en el camino.
Para mi sorpresa, disfruto de su compañía. Este Quique atento, interesado, que me mira como si realmente me viera, me recuerda por qué me enamoré de él en primer lugar.
Cuando regresamos a casa, hay una tensión en el aire, una pregunta no formulada. En la puerta de mi dormitorio, Quique se detiene.
—Bona nit, Pepeta —dice, y hay una invitación implícita en sus ojos.
Por un momento, considero la posibilidad. Sería lo más sencillo, ¿no? Aceptar este renacimiento, esta segunda oportunidad. Volver a los brazos familiares, al territorio conocido.
Pero la imagen de Ximo, de sus manos sobre mi piel, de la forma en que me hizo sentir vista y deseada, se interpone como un fantasma entre nosotros.
—Bona nit, Quique —respondo, y veo la decepción en sus ojos, pero también la comprensión.
Roma no se construyó en un día, y nuestro matrimonio no se reconstruirá en una cena, por muy agradable que haya sido.
El domingo amanece con una claridad que parece un presagio. Me despierto antes del alba y contemplo cómo la luz del amanecer transforma mi habitación, dibujando sombras que se alargan y cambian, como mi propia vida en este momento.
La salida con Nelo me lleva, casi sin darme cuenta, hacia el edificio de Ximo. No es una decisión consciente, sino más bien un imán invisible que atrae mis pasos. Me detengo frente a su portal, contemplando las posibilidades. ¿Debería subir? ¿Llamarlo? ¿O dar media ...