Desbordada: Confesiones de una sesentona indomable
Fecha: 13/09/2025,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Lucas 2304, Fuente: TodoRelatos
... poco sobre mi falda. La pantalla vuelve a encenderse, iluminando mi rostro con su brillo azulado en la penumbra de la habitación. Ximo: «Aquí estaré. Para lo que necesites, cuando lo necesites. Tú marcas el ritmo».
Contemplo ambos mensajes, uno encima del otro en la pantalla, como una perfecta metáfora de mi situación actual. Mi vida, resumida en dos notificaciones push que compiten por mi atención.
La generosidad de ambos me conmueve y me confirma que, independientemente de lo que decida, soy afortunada de tener en mi vida a hombres que respetan mi autonomía, que no intentan poseerme ni definirme.
El viaje de regreso a Valencia tiene un aire de expectación, como si estuviera dirigiéndome no solo hacia un lugar físico sino hacia una nueva etapa de mi vida. El tren atraviesa paisajes familiares que, sin embargo, parecen diferentes: más vibrantes, más llenos de posibilidades.
En la estación, Quique espera en el andén. Hay algo diferente en él: se ha cortado el pelo, lleva ropa que no reconozco (más actual, mejor ajustada), y hay en su postura una energía que hacía años que no percibía.
Nuestro abrazo es breve pero genuino. No hay incomodidad entre nosotros, solo el reconocimiento de dos personas que compartieron décadas y ahora se reencuentran como versiones evolucionadas de sí mismas.
—Estás... radiante —dice, y hay admiración sincera en su voz.
—El mar siempre me ha sentado bien —respondo, aunque sé que no es solo el mar lo que ha transformado mi aspecto. ...
... Es la libertad, el autodescubrimiento, la reconexión con partes de mí que había abandonado.
En el taxi hacia casa, la conversación fluye con sorprendente facilidad. Me cuenta sobre cambios que ha hecho en el apartamento («pequeñas cosas, espero que no te molesten»), sobre una exposición que visitó («pensé que te gustaría, así que compré el catálogo para ti»), sobre Nelo («te ha echado terriblemente de menos, yo creo que más que a mí»).
Hay algo conmovedor en sus esfuerzos, en esta versión de Quique que parece haber despertado de un largo letargo. No es el hombre del que me enamoré hace más de cuatro décadas —ese joven apasionado y soñador—, pero tampoco es el hombre apático en que se había convertido. Es alguien nuevo, alguien que está haciendo un esfuerzo genuino por reconectar.
Al llegar al apartamento, me sorprende encontrarlo impecable, con flores frescas en la mesa del comedor y el aroma a café recién hecho flotando en el aire. Nelo me recibe con una explosión de alegría canina, saltando y girando como si hubiera estado esperando este momento toda su vida.
—He preparado la habitación de invitados —dice Quique, y el gesto me conmueve profundamente. No asume que volveré a nuestra rutina anterior, respeta el espacio que he establecido entre nosotros.
—Gracias —respondo, genuinamente agradecida por su consideración.
Esa primera noche de regreso, cenamos juntos en la cocina, como tantas veces a lo largo de nuestra vida compartida. Pero hay algo diferente en ...