Desbordada: Confesiones de una sesentona indomable
Fecha: 13/09/2025,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Lucas 2304, Fuente: TodoRelatos
... redescubriendo quién soy y qué quiero en esta etapa de mi vida —respondo, eligiendo cuidadosamente mis palabras—. Y eso incluye todas las posibilidades.
Mis hijas intercambian una mirada que no sé interpretar completamente: sorpresa, curiosidad, quizás un toque de preocupación. Pero también veo en sus ojos algo que me conmueve profundamente: respeto por mi proceso, por mi búsqueda.
—Pues te sienta bien —dice finalmente Marina, siempre la más pragmática—. Tienes un brillo en los ojos que no te veía en años.
Su observación me emociona más de lo que esperaba. Que mis hijas noten mi transformación, que la validen, significa más para mí de lo que puedo expresar.
La semana siguiente establece una nueva normalidad en casa. Quique y yo encontramos un ritmo de convivencia que respeta nuestros espacios individuales pero también crea momentos compartidos: desayunos donde realmente conversamos, paseos ocasionales con Nelo, incluso una visita a una exposición en el IVAM (ironía no perdida para mí, considerando mi «coartada» de hace meses).
El jueves, decido que es momento de ver a Ximo. Le envío un mensaje sugiriendo un café en el lugar que mencionó durante nuestra primera salida, cerca del Mercado Central. Su respuesta es inmediata y entusiasta.
No le menciono a Quique dónde voy específicamente, aunque no miento cuando digo que saldré por la tarde. Hay una parte de mí que se siente culpable por esta omisión, pero otra parte reconoce que necesito este espacio para ...
... explorar mis sentimientos sin la presión de tener que explicarlos o justificarlos.
La cafetería está tal como la recordaba: pequeña, acogedora, con ese aroma a café recién molido que envuelve los sentidos. Ximo ya está allí cuando llego, y la forma en que su rostro se ilumina al verme despierta en mí una calidez que me sorprende por su intensidad.
Nos saludamos con un beso en la mejilla que dura un segundo más de lo estrictamente necesario. Hay una corriente eléctrica entre nosotros, una tensión palpable que no ha disminuido con la separación.
—Estás preciosa —dice, y la sinceridad en su voz me hace sonrojar como una adolescente—. El mar te ha sentado bien.
—Gracias —respondo, tomando asiento frente a él—. Tú también estás... bien. —Es un eufemismo: está espléndido, con esa mezcla de elegancia natural y vitalidad que siempre me ha atraído de él.
La conversación fluye con sorprendente facilidad después de nuestra separación. Me cuenta sobre su trabajo, sobre un reloj particularmente desafiante que ha estado restaurando («un Patek Philippe de 1920, un mecanismo extraordinario»). Yo le hablo de Cullera, de mis nadadas matutinas, de los gatos callejeros que alimentaba, de mi encuentro con Vicent.
—¿Tu primer amor? —pregunta con genuino interés, sin celos ni posesividad—. ¿Y cómo fue verlo después de tanto tiempo?
—Revelador —respondo honestamente—. Me hizo darme cuenta de que no hay caminos correctos o incorrectos, solo diferentes versiones de nosotros mismos según ...