Dominio Interno (3)
Fecha: 13/09/2025,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Z Tales, Fuente: TodoRelatos
... Intenta apartar la mirada, pero no puede. El cuerpo entero vibra entre el rechazo y un placer prohibido que le está rompiendo por dentro.
Echo ni siquiera se molesta en disimular la satisfacción que le provoca verlo así. Lo observa un segundo, con esa erección, y sonríe.
—Desde la primera vez que Kaela me habló de ti, entendí que estabas hecho para esto —dice, despacio, como si saboreara cada palabra—. Para mirar. Para sufrir. Para correrte viendo cómo otro se folla a tu novia.
Empuja a Kaela contra la cama y con la espalda arqueada, boca abajo. La penetra de golpe, hasta el fondo, arrancándole un gemido que rompe el aire. Coloca sus manos contra su espalda y la agarra con fuerza para manejarla a placer. El ritmo es brutal, sin pausa, y cada vez que entra en ella, el sonido húmedo parece burlarse de Enzo.
—Mira bien, cornudo —ríe, sujetando a Kaela con fuerza—. Así es como se hace. Así es como se llena a una mujer de verdad. ¿Ves su cara? Esa es la expresión que nunca te ha dedicado a ti.
Kaela aprieta sus pechos con las dos manos, los dedos hundiéndose en la carne mientras sus pezones se endurecen al límite. La cabeza le cae hacia adelante, la boca abierta en un gemido roto, y sus caderas se agitan, siguiendo el ritmo que Echo le impone. Sus ojos están perdidos, vidriosos, como si no viera nada más que a él, totalmente entregada a un nuevo orgasmo que la sacude entera. Él se inclina, pero le habla a Enzo.
—¿Quieres saber la diferencia entre tú y yo? —su ...
... voz es fría, cortante—. Yo la destrozo y todavía me suplica más. Tú… solo la aburres.
Enzo traga saliva. Quiere apartar la mirada, quiere huir, pero su pene late con fuerza, tan duro que le duele. Echo lo ve, y su sonrisa se ensancha, cruel.
—Mírate, ni siquiera necesitas que te toquen para estar así. Eres un espectador obediente. Y lo vas a ser cada vez que yo quiera.
Echo la agarra de las muñecas mientras ella permanece de rodillas, jadeando, agotada. Sin avisar, la levanta con un movimiento decidido y la gira suavemente hasta que su espalda queda contra la superficie fría. Sin dejar que recupere el aliento, se abalanza sobre ella y continúa penetrándola con una intensidad brutal, marcando su dominio en cada embestida.
No afloja ni un segundo. Golpea contra ella con un ritmo inhumano, cada embestida hace que Kaela grite, su cuerpo tiembla sin control. El sonido de su piel chocando contra la de ella inunda la sala y el cerebro de Enzo.
—Mírame, Enzo —la voz de Echo es un látigo—. Esto es lo que nunca podrás darle. Esto es lo que ella necesita. Y lo sabe. Por eso me ha creado.
—No... no puedo más... —balbucea Kaela, con la boca abierta y sus ojos en blanco. Su respiración sigue el mismo patrón marcado por Echo, como una marioneta perfectamente entrenada. Enzo intenta apartar la vista, pero no puede. No quiere. Siente el calor subiendo por su cuerpo, el pulso acelerado, el sexo tan duro que le duele. No sabe cuándo ha empezado a hacerlo, pero ahora sus manos ...