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Mamá, ¿por qué estás desnuda? (6)
Fecha: 24/09/2025, Categorías: Incesto Autor: PerseoRelatos, Fuente: TodoRelatos
... patética posible. —Hay que bañarnos juntos. En ese momento, mi alma abandonó mi cuerpo. No fue una invitación ni una sugerencia. Fue una orden. Mi cuerpo no necesitó más excusa para seguirla. Entramos al baño. Era minúsculo, una caja blanca y azul con azulejos antiguos, y la luz amarilla del foco le daba un aura de confesionario sucio. Mamá se quitó la sudadera y la camiseta de golpe, exhibiendo una espalda húmeda, musculosa, que parecía de una nadadora profesional. Se deshizo del sostén deportivo con una maniobra precisa, casi militar, y lo dejó caer junto a la ropa en el piso. Su torso brillaba de sudor y el vaho que salía de la regadera. Las tetas, ahora libres, se sacudieron apenas y se quedaron quietas, firmes, redondas, cada una coronada por un pezón oscuro y erecto, más grande y violento de lo que recordaba. Me quedé mirándola, incapaz de disimular nada. Ella ni se inmutó. Se bajó las licras y las panties de un tirón, y quedó completamente desnuda. Su sexo exhibía heróicamente un vello púbico desprolijo, supongo que testigo de otras épocas, otra estética. —¿Qué miras, menso? —rió, y entonces me di cuenta de que yo seguía vestido. Me quité la ropa en silencio, tratando de no tropezar con mi propio short. Mi verga ya estaba medio dura, pero intenté ignorarlo. Nos metimos juntos bajo la ducha. El agua tibia hizo que el sudor, el miedo y cualquier resto de pudor se disolvieran en una sola sensación. El espacio reducido nos obligaba a estar ...
... pegados todo el tiempo: cada vez que mamá se giraba para enjabonarse el pelo, su culo rozaba mi pelvis; cada vez que yo me agachaba por el jabón, sentía el peso y la textura de sus senos contra mi espalda. Intentamos fingir que no pasaba nada, que éramos sólo dos personas lavándose después de correr, pero el teatro era tan evidente que hasta daba risa. —Pásame el shampoo —dijo, y al girarse, uno de sus senos me dio directo en la cara. El pezón, duro y caliente, me rozó la mejilla como una advertencia. No supe cómo reaccionar. —Perdón —dije, aunque no sé si fue por el contacto o por lo rápido que mi verga se terminó de poner rígida. Mamá se rió. Esa risa de ella era como un golpe de tambor en el pecho. —No pasa nada. Pero apúrate que no quiero gastar tanta agua. Y así lo hicimos. En realidad, por mucho que disfrutara ese íntimo momento, no quería perderme para nada lo que venía después. El baño duró una eternidad. O eso me pareció. Cuando salimos, los dos estábamos rojos —no sé si por el calor, la vergüenza, o la excitación. Mamá envolvió su cuerpo en una toalla blanca y me pasó una igual. —¿Vamos a mi cuarto? — Y de nuevo, sus palabras no eran una verdadera pregunta, porque antes de que yo contestara ella ya estaba emprendiendo el camino. El colchón de su cama era más firme de lo que recordaba, y apenas me senté en la orilla, la toalla se me fue abriendo de a poco, como si tuviera vida propia. Tenía el corazón completamente desquiciado, y la piel me ...