Mi hermana novicia y mi tía monja - Relatos Eróticos

Mi hermana novicia y mi tía monja

... buena persona y te preocupaste de que descansásemos la primera noche, de que comiésemos después del funeral, de que nos compremos ropa y ahora nos compras un móvil, gracias.

-Entonces en qué quedamos, - le dije yo riendo - ¿Soy una buena persona o un sinvergüenza embustero y embaucador?

-Yo pienso que se puede ser las dos cosas a la vez. - me dijo mirándome con aquellos ojos verdes que traspasaban, como si quisiera leer mi mente – Que tengas buenas intenciones no quita que seas un a la vez un Don Juan libertino y seductor.

-Ya lo ves Caín, sigue pensando que te ligaste a la de la tienda, e incluso puede que piense que mientras estábamos en la peluquería has vuelto a verla. – dijo Salome riendo al igual que yo – Y tiene razón la tía, se pueden ser dos cosas a la vez, por ejemplo, ella sí que es buena, diría que extremadamente buena, pero también es un poco mal pensada.

-Lo que yo piense de Caín no es nada malo, ni tampoco es que piense mal de él, - dijo un poco incomoda mi tía – lo que pasa es que es algo tan evidente, que, de acuerdo a su teoría, es lógico que sea un seductor, ya que es joven, es guapo, se le ve con dinero y tiene una sonrisa encantadora, y “lógicamente” las mujeres a las que corteja deben de caer rendidas en sus brazos.

-Vaya no me esperaba semejante confesión, - dije yo sorprendido e incluso algo turbado - ¿Así que te parezco guapo?

-Pues claro que eres guapo, más que guapo, eres guapísimo. – dijo alborozada Salome – y como una monja ...

... no puede mentir te ha dicho la verdad.

-¿Y mi sonrisa también te parece encantadora? – le pregunte de nuevo a Eva haciendo una grotesca mueca y enseñando de forma un tanto ridícula mis dientes - ¿Así?

Eva no pudo evitar soltar una carcajada estridente y prolongada, y luego me dijo que además de todo lo que me había dicho que era, también era un payaso muy gracioso, y que de nuevo me daba las gracias por hacerla reír como hacía años que no lo hacía. Visto lo cual el resto del viaje les fui contando anécdotas graciosas de mi época de estudiante, alguna incluso un poco subida de tono, pero con la intención de hacer reír a mi tía y por supuesto también a mi hermana.

Cuando llegamos a la casa ya estaba anocheciendo, y Eva se brindó a preparar algo para cenar, y Salome dijo que ella la ayudaría. Entonces yo aproveche para volver al coche y sacar las bolsas con la ropa que Sofía y Pamela me habían preparado, y sin que me viesen subí a las habitaciones y deje las bolsas sobre las camas de cada una de ellas, pues iban rotuladas con las palabras “monja” varias de ellas y “jovencita” las otras. Después escribí en un folio lo siguiente “Pruébatelo en la intimidad, y comprueba mirándote al espejo si te queda bien, aunque solo sea para verte a ti misma”, y procedí a pegarlo con un trocito de celo en el espejo de la habitación de Eva.

Cuando baje para cenar, me encontré a Salome manipulando uno de los móviles, y cuando me vio entrar y dedicándome una descomunal sonrisa me ...