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La mascara escarlata – parte 2
Fecha: 30/11/2025, Categorías: Fantasías Eróticas Fetichismo Voyerismo Autor: PetterG, Fuente: SexoSinTabues30
... nunca, Candy. Me gusta. Vamos a calentar ese salón como nunca antes. Te daré ese privilegio. Al oírlo, Clara le devolvió una sonrisa. Por dentro, solo contaba los minutos para acabar con todos ahí adentro. —Entonces no perdamos tiempo, muñeca. El público ya debe estar impaciente. Y así, sin imaginar lo que estaba por desatar, el tipo bajo sus manos hasta la cintura de clara y la separo, para llevársela al escenario. Sin saber, que ese iba a ser su peor error. Minutos después, ya estaban frente a la puerta principal del lugar. Desde ahí, el ambiente se sentía cargado de humo espeso, licor derramado y deseo en el aire. Clara podía oír la música, los vasos golpeando las mesas, las risas sucias y los gritos de hombres ansiosos por el siguiente espectáculo. El tipo se detuvo frente a ella, con una sonrisa de confianza. —Espera aquí. Voy a anunciarte. En cuanto escuches mi señal… entras y haces lo tuyo. ¿Entendido? Clara sostuvo su mirada y, sin decir palabra, asintió con la cabeza. Seguía en el juego. Seguía dentro del papel. El hombre abrió la puerta, la música aumentó de volumen, y en cuestión de segundos su voz retumbó en todo el salón, vibrante, emocionada, casi triunfal: —¡Prepárense, caballeros! ¡Porque esta noche, la estrella vuelve a brillar! —¡Con ustedes… la única, la inigualable… Candy! Inmediatamente, una ovación sacudió las paredes. Los gritos, los aplausos, las risas. Clara tragó saliva. El corazón le golpeaba el pecho con fuerza. Cerró ...
... los ojos un segundo y se dijo a sí misma:Hazlo por ellas. Entonces los abrió, tomó aire, apoyó una mano contra la puerta… y empujó. Al entrar, las luces del lugar la bañaron de lleno. Quedó expuesta ante todos, con las manos en la cintura y una sonrisa fingida que apenas sostenía. Un silencio repentino congeló el ambiente. Docenas de ojos la recorrían, devorándola con miradas sucias, como si la estuvieran imaginando que hacer que esos senos, ese trasero y su vagina. Mientras tanto, Clara estaba lista para actuar. En su mente ya se visualizaba reduciendo a cada uno de esos tipos a golpes. Pero entonces, una voz rompió el silencio y la hizo detenerse. —Oigan… ¿no es una lástima que el jefe se esté perdiendo esto? —exclamó un hombre desde el fondo, provocando carcajadas. Otro respondió con tono burlón: —Tranquilos, dijo que no tardaría. Pero también dijo, que si traían a las chicas podíamos mirarlas, pero que aella no la toquemos. Queél será el primero. Las risas y silbidos estallaron al instante. El bullicio se apoderó del salón. Clara se quedó inmóvil, sintiendo que el suelo se le movía.Maldición… el jefe no está aquí. Apretó los dientes. No podía actuar todavía. Él era la pieza clave. Pero las voces seguían. Unos le gritaban que se acercara, otros que les bailara, que se paseara entre ellos. Clara no tenía idea de cómo hacerlo. Era maestra, no bailarina exótica. No sabía cómo empezar, ni qué se suponía que debía hacer. Pero entonces, recordó a las chicas en el ...