1. Unos pantalones demasiado cortos; la nena del tren


    Fecha: 03/12/2025, Categorías: Hetero Autor: GataMojita, Fuente: TodoRelatos

    ... vale.
    
    FAUSTO: ¿No vale? ¿El qué?
    
    ANDREA: No me visto pensando que tenga que subir escalones; eso ha sido accidental. Y no me visto pensando en que pueda encontrarme a un pervertido acosador. Soy libre de ponerme la ropa que quiera sin tener que dar explicaciones.
    
    FAUSTO: Eres libre, sí, pero tienes que darte cuenta de que estás demasiado buena. No puedes ir por el mundo exhibiéndote así.
    
    ANDREA: Claro que sí. Yo voy como me da la gana. Eres un machista.
    
    FAUSTO: ¿Pero no te das cuenta del daño que haces? . ¿Del trauma que provocas a los pobres hombres inocentes como yo?
    
    ANDREA: ¿Qué? ¿Trauma? ¿De qué hablas?
    
    FAUSTO: Necesito tocarte, Andrea. Necesito meterte mano, y luego necesitaré hacerte más cosas; un círculo vicioso.
    
    .
    
    La chica se queda sin habla, por un momento, y ni siquiera puede mantenerle la mirada más de dos segundos. Redirige sus ojos a la nada, y duda qué dirección tomar.
    
    .
    
    ANDREA: ¿Y qué quieres que yo le haga?
    
    FAUSTO: No quiero que le hagas nada. Solo quiero que te quedes aquí y te dejes.
    
    ANDREA: ¿Que me deje?
    
    .
    
    La mira fijamente, persiguiendo sus huidizos ojos oscuros. Percibe rubor en su pálida piel de bebé. La niña tiene una actitud algo errática, y se coloca bien el pelo con un gesto que denota inseguridad nerviosa. Sin mucha convicción, murmura un "Vale" tan tímido como trascendente.
    
    Sin mediar palabra, Fausto le inserta la mano entre los muslos.
    
    Andrea tienes las piernas cruzadas e inclinadas hacia él. La ...
    ... presión de sus carnes no les presta demasiada libertad de movimiento a esos dedos intrépidos, pero la pasividad expectante de la chica legitima al hombre para proceder con más ímpetu.
    
    Reclinándose sobre ella, usa su otra mano para acariciar su pierna superior, recorriendo un pecaminoso sendero hacia los bordes traseros de tan provocativos shorts.
    
    Por fin, se adentra en los prohibitivos márgenes de esa prenda. Ella parece paralizada. Se agarra con fuerza al sillón mientras mira para otro lado; como si la cosa no fuera con ella; como para no responsabilizarse de lo que hace, o de lo que se deja hacer.
    
    .
    
    -Andrea- dice él en voz baja.
    
    -¿Qué?- responde ella aún más bajito.
    
    -Aquí-
    
    .
    
    Sin más oratoria, consigue que ella le mire. No tarda en endosarle un largo beso vocal muy articulado. Sin dejar de deleitarse con ese divino tacto de suavidad impoluta, intenta subir los límites de sus pantalones al máximo, liberando, así, gran parte de aquellas preciadas nalgas.
    
    La pose de ella, con las rodillas subidas, favorece dicha fuga.
    
    Mientras Fausto le besa el cuello, ella se percata de las indiscretas miradas de más de un pasajero. Una de ellas se cuela entre los dos asientos delanteros, proveniente de otro hombre que también la miraba lujuriosamente al subir en el tren.
    
    “Próxima parada: Augusta”
    
    .
    
    -Es la mía- dice Andrea entre suspiros.
    
    -¿Me bajo contigo?- le pregunta él otra vez sonando a ruego.
    
    .
    
    Se produce una pausa. Fausto la mira sin ser ...
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