Benditas sean las tetas
Fecha: 20/02/2019,
Categorías:
Confesiones
Autor: pedrocascabel, Fuente: RelatosEróticos
... pezones, sin apretar demasiado, simplemente, haciéndome notar que los mordisquea.
—¿Eres mi perra?
—Sí, soy tu perra
Nada más hay que hablar. La llevo de la mano hasta la cama, se pone a cuatro patas con las rodillas juntas, muy cerca del borde del colchón, la cabeza doblada apoyando la mejilla sobre las sábanas y los brazos y manos también extendidos sobre la cama, en una posición de entrega total, destacando su culazo en forma de pera, grande, fuerte, deseable y los brillantes empapados gruesos labios del sexo, del mismo color marrón que los pezones, siempre rasurados, sin vello púbico.
Con la mano derecha dirijo la polla hacia la mojada entrada de su coño. Apenas un par de restregones por el exterior y empiezo a empujar, sin prisa, de manera constante, entrando sin dificultad alguna, escuchando los jadeos de la hembra, notando el chocho caliente, empapado, palpitante.
Un par de azotes sonoros en los duros glúteos la preparan para una follada de verdad.
—¿Quién eres?, eh, dímelo
—Soy tu perra, soy tu perra
—¿Nada más?
—Soy tu perra, soy tu puta
Llevo varios minutos dándole una follada rápida, constante, fuerte, profunda. Bien agarrado a sus caderas, por momentos mis dedos parecen garras que pellizcan el duro culo. El sonido de mi pubis al entrechocar con sus glúteos queda anulado por los jadeos y gritos que constantemente emite Marga en tono muy alto. Es una escandalosa que ni deja de hablar durante la follada ni permite que yo me esté ...
... callado.
—Cómo me gusta tu polla, sigue, sigue; no pares
—Zorra, esta noche vas a follar con el chocho resentido por mis pollazos
Eso le encanta. Que yo haga referencia a que después de estar conmigo su marido se la va a tirar, le pone en el disparadero de lograr su corrida.
Se coge las tetas con sus manos, se estira y aprieta los pezones con fuerza unas cuantas veces antes de llevar la mano derecha hasta el clítoris, acariciándolo arriba y abajo con dos dedos, en un recorrido muy corto, sin prisa, pero sin parar ni un momento.
Un grito largo, ronco, en voz muy alta, que dura muchos segundos, es la culminación de la follada cuando le llega el orgasmo. Me detengo —así me lo pide ella— pero no saco la polla del coño, y las paredes de la vagina me aprietan la tranca con sus espasmos, dándome pellizcos, la mayoría suaves y algunos más fuertes, que me llevan a correrme de manera larga y sentida. No me da tiempo a sacar la polla ni me apetece, así que le dejo la lechada dentro.
Marga sigue respirando con fuerza intentando recuperar el resuello cuando me tumbo a su lado, nos damos un suave beso en los labios y, es una costumbre que he cogido, bajo la cabeza hasta poder besar sus tetas —aún se mueven agitadas por la respiración— un par de veces.
No he hecho más que hablar todo el rato de las tetas de Marga, pero todavía no las he descrito. Es una cuarentona que ha sido madre una vez y le dio de mamar a su hija bastante tiempo, y según ella, eso fue lo que le hizo ...