1. Ari: Prisionero de Mi Piel XVII


    Fecha: 06/11/2025, Categorías: Transexuales Tus Relatos Autor: EntreLineas, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X

    ... Jordán.
    Mi corazón se detuvo. Quería protestar, pero sus ojos oscuros me paralizaban. Él se inclinó, apoyando su mano a mi lado, dominando el espacio de la cama.
    —¿Ves? No tendrás que esconderte más. Nadie podrá decirnos qué hacer, solo nosotros dos.
    —J-Jordan… —balbuceé, con las piernas temblando—… ¿a tu nombre? ¿Seguro que…?
    —Claro que sí, muñeca. —Se inclinó y me besó el cuello, provocando que un gemido escapara de mi garganta—. Confía en mí, ¿quieres?
    Asentí, con vergüenza y deseo mezclados. Sabía que estaba cometiendo una locura, pero la forma en que sus manos recorrían mi espalda me hacía olvidarlo todo.
    Durante el día, mientras mi madre estaba en el trabajo, nos dedicamos a planear el futuro juntos.
    Jordan me hacía caminar por la casa con batitas cortas y lencería provocativa, y yo, aunque sonrojado, seguía cada orden suya, caminando lento para que viera cada curva, cada movimiento de mis caderas.
    —Así, muñeca… exactamente así —dijo, con su voz grave—. Mira cómo me derrites solo con tu cuerpo.
    Yo bajé la mirada, mordiéndome los labios, sintiendo que cada palabra era una cadena que me ataba más a él. Me encontraba cocinándole mientras él se sentaba en la mesa, observando cada movimiento, riéndose de mis torpezas y de mi vergüenza.
    —¿Vas a dejar que tu madre te vea así? —dijo con burla, mientras acariciaba mi pierna bajo la mesa.
    —N-no… —susurré, sintiendo cómo mis mejillas ardían.
    —No importa. Nadie importa excepto yo. —Me dijo, subiendo su mano por mi ...
    ... muslo—. Eres mía, muñeca. Todo lo demás desaparece.
    Y así fue como el día avanzó: yo cocinando, él mirándome, después bañándonos juntos, el agua caliente mezclándose con la tensión entre nosotros, los gemidos que escapaban de mis labios a pesar de mis intentos de controlarme.
    El día de la mudanza.
    El día de la mudanza llegó demasiado rápido. Sentía un nudo en la garganta, y mis manos temblaban mientras revisaba las cajas que llevaríamos al departamento. Jordan estaba a mi lado, con su mirada segura y arrogante, como si todo esto ya fuera suyo, y yo… yo no podía dejar de sentirme diminuto, atrapado entre el deseo y la culpa.
    Mi madre me miraba con los ojos llenos de lágrimas, mientras sostenía su bolso y no dejaba de decirme que estaba cometiendo un error.
    —¡Arian, por favor! —gritó, tratando de mantener la calma entre sollozos—. ¡Piensa en lo que estás haciendo! ¡Ese chico no es tu esposo! ¡No puedes dejar que te lleve así!
    Yo bajé la mirada, mordiéndome el labio, sintiendo que mi cuerpo reaccionaba incluso ante sus palabras de reproche. Jordan me agarró de la mano con firmeza, estrechándola, como diciéndome sin palabras que yo no tenía opción.
    —Mamá… —susurré, con la voz quebrada—… yo lo elegí. Lo amo… —aunque en mi interior sabía que “amor” no era la palabra exacta; era sumisión, necesidad y deseo.
    Mi madre dejó escapar un sollozo, llevándose las manos a la cara.
    —¡No puedo creerlo! ¡Mi hijo… mi hijo le está dando todo a ese… a ese vividor! —gritó, y luego me abrazó con ...