-
Ari: Prisionero de Mi Piel XVII
Fecha: 06/11/2025, Categorías: Transexuales Tus Relatos Autor: EntreLineas, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X
... muñeca. Que sepan que ya no hay marcha atrás. Yo (con voz ahogada, suplicante): —Jordan… no me sueltes… Jordan me abrazó más fuerte, mis gemidos se hicieron más intensos, rebotando en las paredes. Afuera, los sollozos de mi madre y los gritos de Camila eran desgarradores. Dentro, yo me hundía más en ese mar de placer y culpa, sin poder detenerme. No sé cuánto tiempo pasó, solo sé que al final quedé exhausto, recostado en su pecho. Jordan acariciaba mi cabello con una sonrisa victoriosa. Jordan (riendo con arrogancia): —¿Ves, muñeca? Ni tu madre ni tu amiguita pueden hacer nada. Tú eres mía, y siempre lo serás. Cerré los ojos, con lágrimas corriendo por mi rostro. Afuera, escuchaba aún los sollozos de mamá y Camila, impotentes, pero yo ya no tenía fuerzas para luchar. Desperté con la respiración pesada, todavía con la piel ardiendo por lo que había pasado la noche anterior. Abrí los ojos lentamente y lo primero que vi fue el pecho ancho y firme de Jordan, su brazo enorme apretándome contra él como si yo fuera un objeto suyo, como si mi cuerpo le perteneciera. Intenté moverme un poco, pero su agarre era tan fuerte que apenas podía respirar. —¿A dónde crees que vas, muñeca? —murmuró con su voz ronca, sin abrir los ojos, apretándome aún más. Sentí un escalofrío recorrerme. Su voz grave siempre me atravesaba como una orden. Bajé la mirada, tímido, con el corazón latiendo fuerte. —Y-yo… quería levantarme a preparar el desayuno… —balbuceé, casi en un susurro. Él ...
... soltó una carcajada baja, burlona, y me besó el cuello con violencia, haciéndome gemir sin querer. —Todavía no. Primero, me vas a dar otra razón para no salir de esta cama. —me susurró, y comenzó a recorrerme con sus manos grandes, toscas, pero al mismo tiempo cálidas. Cerré los ojos, mordiéndome los labios, mientras sus besos se mezclaban con mi respiración entrecortada, yo gemía fuerte, mientras Jordán me penetraba con furia y hacia crujir la cama, creo que mis gritos lo escuchaban en todo el barrio. Jordán termino de preñarme con su semen dejándome agotada recostado en su pecho, sudando, con el corazón acelerado. Él, satisfecho, me acariciaba el cabello como si yo fuera su mascota. —Anda, muñeca… levántate y hazme el desayuno. —dijo con desdén, dándome una palmada en mis carnosas nalgas. Me puse de pie como pude, con las piernas temblando. Fui al baño, me di una ducha rápida y, como siempre, terminé compartiéndola con él. Jordan entró sin pedir permiso, desnudo, y me apretó contra la pared bajo el agua caliente. Mis gemidos resonaban fuertes y pensé, con horror, que hasta los vecinos podrían escucharlos. —Mira cómo tiemblas… y eso que solo estoy tocándote —dijo entre carcajadas, mordiéndome el cuello. Yo lo miré con ojos suplicantes, pero mi voz salió débil, rota: —Jordan… basta… por favor… me vas a matar. —Shh… cállate, muñeca. —me interrumpió, cubriéndome la boca con su mano grande—. Si sigues gimiendo tan fuerte, tus vecinos van a llamar a la poli con ese tono ...