La historia de Ana (Capítulo 1)
Fecha: 15/04/2019,
Categorías:
Incesto
Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos
... impoluta y entonces me pareció verla, por primera vez, tal cual era en realidad.
Se fue por un pasillo oscuro, sin decir nada. Yo la seguí y entré donde ella había entrado. Era el baño. Se estaba lavando la cara. La canilla estaba abierta y el semen se negaba a pasar por los orificios pequeños de la pileta. Le pellizqué el culo. Hice a un lado su pelo y besé su cuello, al tiempo que sentía su fragancia fresca.
—Te gusta mandar. —Dijo, mientras se secaba con la toalla.— ¿Tenés forro? —preguntó.
—Abajo, en mi mochila. —Contesté. Me arrodillé y le di un mordisco a una nalga, por encima del short.
Ella se apartó, casi violenta.
—Yo ya hice lo que querías. Ahora andá abajo y buscá el forro, que yo no tengo, y vení a cogerme.
Hice lo que me dijo. Me aseguré de que nadie anduviera por los pasillos, y bajé, sigiloso, por las escaleras. Fui al baño de la planta baja. Me bajé los pantalones, me puse de punta de pie y acerqué mi sexo a la pileta, al tiempo que abría la canilla. Enjuagué mi sexo. Me puse jabón líquido en la mano, y lo froté por todo el tronco y el glande. Mientras lo hacía recordé la escena que acababa de vivir, y enseguida estuve erecto de nuevo. Me sequé, me levanté el pantalón y fui hasta mi puesto. En uno de lo cajones del escritorio estaba mi mochila. De uno de sus bolcillos saqué dos preservativos. Me llegó un mensaje de Ana “te dejé la puerta abierta, está apenas apoyada, empujala y pasá. No hace falta que toques el timbre. Y no tardes” ...
... decía. Yo me pregunté quién era más mandón.
Me quedé un rato en mi puesto, asegurándome que todo estuviese normal. No noté nada extraño en la calle. Ningún rostro desconocido rondaba por la zona. Me fui de nuevo a baño, me miré al espejo, me acomodé la camisa blanca, que estaba debajo del pulóver azul. Me peiné usando mis dedos, y me fui de nuevo al paraíso, por escaleras.
Mientras subía, por momentos, me preguntaba a donde iría a parar todo aquello. A pesar de que en ese momento solo imperaba la lujuria, yo sabía que tenía muchos sentimientos románticos por Ana, que no se me iban a ir sólo por descubrir que era una cuasi ninfómana. ¿Acaso sería capaz de cumplir con todas las exigencias que enumeró antes de bajarme el cierre del pantalón? ¿Cómo iba a hacer para no escribirle? ¿Cómo iba evitar sentirme celoso, si la veía con su novio, o, aún peor, con algún otro tipo que la visitara por las noches?
Ahora que conocía el fuego de su interior, mezclado con la ternura sinsentido que albergaba todavía por ella, sabía que iba ser imposible cumplir con todos aquellos requisitos. Y menos aun sabiendo que ella sentía algo por mí (porque algo habría de sentir ¿no?)
Ana tenía que ser para mí. Esta noche sería la primera, pero no podía ser la última. No. Ni loco sería la última.
Llegué a su departamento. Traté de apartar todos esos pensamientos. Ahora solo importaba que me la iba a coger. Empujé la puerta, la cerré a mis espaldas. Me dirigí a donde creía que se encontraba su ...