Matilda, guerrero del espacio (capitulo 4)
Fecha: 17/02/2020,
Categorías:
Infidelidad
Autor: calvito, Fuente: CuentoRelatos
... jodas!
—El consejo quiere que vengan con nosotros por si acaso, —y cambiando de tema, añadió—: por cierto, ¿Recuerdas cuánto te presente a Súm, que comentamos que tu hermano estaba desaparecido, y las dos supusimos que estaría con alguna guarra?
—Bueno, tú supusiste más que yo. Pero, si, lo supusimos.
—Pues que estaba en Urania.
—¿Y?
—Cómo que ¿Y?
—Antes Neerlhix iba mucho a Urania: siente cierta “pasión” por las uranitas. Posiblemente tenga que ver con que las hembras tienen la lengua muy larga y bífida.
—Eso no me lo habías contado, —dijo Ushlas un tanto molesta.
—Mi amor, no considero importante contarte como le gusta a mi hermano que se la chupen.
—Pues ha conseguido seis cañones pesados de protones, y con generadores y células de energía.
—¡No jodas! Sabía que estaba muy bien relacionado, pero no hasta ese punto. Los uranitas son muy quisquillosos con su tecnología punta; para algo que tienen lo protegen de cojones, y ni siquiera de lo han proporcionado al emperador.
—Hablé con los otros capitanes y decidimos montar uno en cada crucero, y tres en la Tharsis, —y parando la protesta de Matilda con la mano, añadió—. Consideran que la Tharsis no solo es la nave principal, también es la más importante, porque te lleva a ti, a Eskaldár, y a las doncellas.
—¿Te he dicho alguna vez que estoy…?
—Si mi amor, muchas veces.
Mientras tanto, la Princesa Súm había llegado a la Tharsis, donde su escuadrón ya se había instalado. Sus soldados la ...
... rodearon nada más verla, interesándose por las visibles heridas de su cara y brazos: se notaba que la relación con sus subordinados era excepcional. Después de charlar un rato con ellos, y echar unas risas, pidió a Ramírez y a un sargento, que la mostrasen su camarote. Cuando entraron, Ramírez se hizo cargo de las armas que Súm llevaba colgada de la espalda, mientras el sargento, que como ella era mandoriano, cerraba la puerta. Después, los dos procedieron a desnudarla, mientras la besuqueaban.
—¡Joder Súm!, estás hecha una mierda, —exclamó el sargento inspeccionando sus heridas.
—Pues no te pierdas esto, —dijo Ramírez mostrando la vendada cola de la Princesa.
—Un cabrón casi me la corta, —dijo riendo—. Es peligroso combatir al lado Matilda: siempre está en el lugar más jodido.
—Si no te conociéramos diríamos que te estás quejando.
—Para nada. Ha sido la experiencia de mi vida, y espero tener más. Para mí ha sido un honor estar a su lado.
—Me da miedo hacerte daño.
—No te preocupes que ahora mismo no me duele nada.
Después de un par de horas de intensos y diversos juegos, Ramírez se dirigió a un armario de dónde sacó una botella de licor mandoriano y llenó tres vasos.
—Gracias chicos, lo necesitaba.
—Nena, estás llena de hematomas: pareces un perro dalmatiano.
—Viéndote el cuerpo, no hace falta que asegures que ha sido duro.
—Sobre todo para ella. La hija de puta de la Zorralla se le escapó viva cuando estaba a punto de rematarla, —dijo la ...