54.2 Sin complejos ni obsesiones y Fin
Fecha: 03/03/2020,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Albany, Fuente: CuentoRelatos
... señor Cheng-Gong más de veinte minutos, en el momento de verle le recuerdo perfectamente, como en aquella ocasión está rodeado de un séquito que imagino son guardaespaldas y compañeros de su equipo.
Cuando nos saludamos no observo nada extraño en él salvo que retiene con suavidad mi mano unos segundos más de lo necesario, esboza una ancha sonrisa que en su rostro parece más grande.
-Espero que podamos hablar a lo largo de la fiesta. –su mirada es profunda, dura y acostumbrada a dirigir y mandar pero amable.
-Cuando usted lo desee, estoy a su disposición. –lo mismo que al encontrarnos me dirige una rápida mirada antes de saludar a otros invitados que llegan.
Creo que Wes ha conseguido impresionarle con la ropa que me ha vestido, que le expresamente le pedí que fuera sobria y elegante.
La fiesta va discurriendo y en un momento en que acompaño a Alejandro a escoger algo frío para que él coma, se nos acerca un camarero.
-El señor Cheng-Gong quiere hablarle. –me señala hacia un extremo del salón donde nos encontramos, ante un gran ventanal abierto está él hablando con un grupo de personas, su personal de seguridad no le pierde de vista.
Busco con la mirada a Gonzalo y voy donde él se encuentra.
-Parece que nuestro hombre quiere hablarme, no te preocupes, no le veo peligroso y vamos a ver lo que quiere. –no espero su respuesta y voy decidido hasta el gran ventanal.
Cuando el señor Cheng-Gong me ve avanzar hacia él hace un gesto y los que están a su lado ...
... se alejan unos pasos.
-Señor Irala, por favor. –sabe mi apellido, seguro que conoce toda mi historia por el tono tan familiar aunque formal que emplea.
-Daniel, prefiero mi nombre para los que son mis amigos. –sonríe como hace él y veo brillar su mirada a través de las ranuras de sus párpados.
-Entonces indudablemente puedo permitirme llamarle por su nombre, Daniel deseo ser amigo suyo. –me indica con un gesto que le siga y sale a la terraza a detrás del gran ventanal.
Es una inmensa terraza, comunicada al salón por otras puertas que permanecen cerradas, en cada una de ellas hay un hombre como si hicieran guardia y dos de los que estaban con él en el salón se desplacen detrás de nosotros.
El señor Cheng-Gong camina hasta la barandilla de piedra labrada y blanca que separa la terraza del jardín varios escalones más abajo. Se ve el mar a lo lejos y el ruido de las olas queda perdido por los murmullos de voces que llegan del salón y la música que suena. Hay varias lámparas que iluminan en exceso la terraza y la transmite un aire impersonal y neutro.
-En mi país también hay noches tan hermosas como esta. –se ha apoyado en la piedra superior de la barandilla y me mira con la vista pasando sobre mí, como si mirara el lejano litoral.
-No lo dudo, en un país tan grandioso tiene que haber lugares bellísimos señor Cheng-Gong. -hago lo mismo que él y miro la lejanía iluminada por la rutilante luna.
-Me gustaría podérselos mostrar Daniel, que me acompañara en un ...