-
Ya soy el puto del equipo (III)
Fecha: 02/06/2020, Categorías: Gays Autor: janpaul, Fuente: CuentoRelatos
... mucho tiempo, que yo quiero sentirte tan unido a mí que no quisiera soltarte ya nunca más. — Pero sabes que me debes una… — ¿Yo? ¿Por qué? — Porque esta vez te tocaba penetrarme tú a mí, yo también te quiero sentir igualmente dentro de mí. Entonces le consentí que se saliera y nos abrazamos para darnos un beso largo, muy largo, su lengua entró todo lo más que pudo en mi boca, pero yo pude saborear e inspeccionar cada rincón de su boca. — Te amo, Abelardo. — Te amo, Doro de mi corazón. Comenzamos a decirnos piropos, cosas bonitas, ya escuchadas y leídas muchas veces, pero en ese momento y en ese lugar y circunstancias sonaban a nuevas: «— Si tu cuerpo fuera cárcel y tus brazos cadenas… qué fácil sería cumplir mi condena. — Cuidado con el sol que te puedes derretir. Bombón! — Me gustaría ser tu pijama para acostarme contigo. — Quisiera que fueras el sol, para que me dieras todo el día. — Quizá no pueda darte lo mejor del mundo…, pero sí lo mejor de mí. — Ahora que te he sentido, me asusta perderte. — Soy y quiero ser egoísta, no te miento, que solo seas mío y para mí.» Esta última frase que dijo Abelardo me asustó y le dije: — Creo que eso no podrá ser, porque no me veo de un solo hombre, soy poliándrico. — Eso tiene remedio, si te doy todo mi amor, cada día y cada momento, noche y día, mañana y tarde, te aseguro, Doro, que no desearás a nadie más. — No quisiera desengañarte, mentirte y fallarte, por eso te digo que lo veo ...
... difícil, me voy detrás de cada cara, de cada culo, de cada polla… — Yo te cubriré todo esos espacios. — ¿Y si te fallo o te soy infiel? — Volveremos a comenzar. Entre todos los piropos hay muchísimos que no he escrito aquí por ser tan cursis que me da vergüenza registrarlos, nuestras pollas se pusieron erectas y deseosas y todo nuestro ser deseaba llenarse de amor, el amor del amante y el amor del amado a unirse en un solo deseo. Abelardo se puso de rodillas para mamar mi polla, no le cabía en la boca, pero vi cómo la disfrutaba y fue un concierto de sonidos, gemidos, inspiraciones y de repente se me puso en cuatro. Me arrodillé y me agaché para comerme ese culo que me ofrecía, lamí y lamí hasta saciarme y metí poco a poco uno, luego dos y ya tres, —¿para qué más?, me dije—, dedos en el culo de Abelardo. Me sobé mi polla, escupí y la dirigí al agujero de Abelardo con mucho cuidado. Apreté poco a poco escupiendo para hacer fácil la entrada. Abelardo gemía, pero cuando le metí la mitad de mi polla se calló. Me quedé quieto, creí que le pasaba algo y escucho: — Sigue, sigue, siento un placer divino, un gusto celestial, de paz, quietud y un no sé qué más indescriptible, como la entrada en el cielo… Seguí y poco a poco metí toda mi polla y la sentí aprisionada, pero un espíritu vivo en mis carnes me subió desde los pies y llegó hasta mi pecho, pero revertió en mi polla y todos mis flujos invadieron el recto de Abelardo, dispersándose por todo su interior hasta ...