1. Mi hermano Marcos


    Fecha: 04/08/2020, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... tragármela, con mi lengua aún en la verga, haciendo así mayor su placer, y provocándole de esta forma una enorme catarata de esperma que me supo deliciosa. Comí sin lavarme la boca, sin apartar la mirada de la vergota de mi hermano, y sin dejar de decirle la mayor serie de obscenidades que nunca imaginé que pensaría, y menos aun pronunciaría; y encima se lo estaba diciendo a mi hermanito pequeño. ¡Que barbaridad, pero como disfrutamos!...
    
    Recogí la mesa, y después de arreglar todo aquello un poco, le puse la televisión y me fui a echarme una buena siesta para hacer tranquila la digestión y recuperarme del agotamiento que tenía, tanto físico como mental. Duermo bocabajo y creí estar soñando que me tocaban el trasero, pero un empujón fuerte entre mis nalgas para separarlas me hizo volver a la realidad. Mi susto fue morrocotudo, pues despertarme de manera tan desacostumbrada me sobrecogió. Pero aún me estremeció más el ver que era mi hermano quien estaba junto a mi cama tocándome las nalgas. Nunca había sido capaz de mover su silla de ruedas más de un palmo, pues su falta de coordinación le impedía dar a las ruedas de su silla en un solo sentido, por lo que tanto daba hacia atrás como para delante; a la rueda izquierda o a la derecha.
    
    Su enorme deseo de sexo lo impulsó a cruzar la sala, llena de muebles, y a través del pasillo lograr llegar a mi dormitorio y ponerse junto a mi cama para tocarme. Parecía increíble el poder del sexo. Pienso que si hubiera permanecido unos ...
    ... días en casa, habría llegado a lograr que se metiera solo en mi cama.
    
    Me agradaba despertarme con caricias cargadas de deseo. Me arrimé al borde de la cama para facilitarle sus manoseos y caricias. Estaba obsesionado con mi tremendo culo de nalgas apetitosas, pues me agarraba fuertemente de uno de los tobillos para separarlos y poder ver entre ellos. Llevé mis manos para detrás y yo misma me abrí de nalgas para facilitarle su labor. Después de un breve momento en el que intentó alocadamente meter sus dedos tanto por mi culo como por mi vagina, dio un fuerte gruñido de impotencia y se abalanzó sobre mi culo. Casi se cae de la silla si no llega a aferrarse a mis muslos.
    
    Nunca había manipulado las ruedas de su silla, ni nunca había separado su espalda del respaldo sin ayuda. En una sola tarde ya había realizado dos cosas que creíamos imposibles. Temí que se fuera al suelo definitivamente, por lo que opté por sujetarlo como pude y bajándome de la cama, le metí mi mano por detrás, entre sus muslos, y de un fuerte empujón lo subí a mi cama. Lo acosté bocabajo y lo coloqué hacia la mitad inferior de la cama a fin de que tuviera mi trasero muy a su alcance. Yo también me tumbé bocabajo y me desplacé debajo de él, de manera que su cara estuviera justo entre mis separadas nalgotas.
    
    Durante cerca de una hora estuve disfrutando de sus incansables manoseos y chupeteos. Todo mi trasero estaba enrojecido de mordidas e inundado de babas. Me sobaba el culo con gula y desvergüenza, ...