Carne tierna para dos abuelitos
Fecha: 12/10/2020,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Alita_oni, Fuente: CuentoRelatos
... que sí he traído mi colchón, Señor Gonzáles –le señalé el pasillo en donde se quedó parado. Y así pude descansar más tranquila sabiendo que estaba cerca de alguien. El colchón lo acomodé al lado de su cama, pero no podía dejar de pensar en el macho que dormía a un paso de mí. Me levanté y subí en su lecho. Me arrodillé y puse mis manos en mi regazo, mi boquita estaba levemente abierta, mi respiración entrecortada.
—Rocío, ¿qué mierda tienes en la cabeza? -me preguntó cuándo estiré su frazada y la tiré al suelo. Su deliciosa verga se podía apreciar bajo de la sabana, si era por mí me abalanzaba y le metía mi lengua hasta la uretra. Pero me aguante.
—Acompáñeme hasta la cocina, Señor, quiero tomar agua. Mi cara estaba colorada. Mi camisón no podía disimular mis pezones paraditos y mi conejita húmeda. El señor Gonzáles me vio la cara desesperada, toda calentita y encabronada a la vez porque no podía tranquilizar mis ganitas.
—¿Y por qué no vas tú sola?
—Tengo miedo, es todo. No le molestaría si realmente no tuviera sed. No me hizo caso, buscó su manta y se arropó de nuevo. Con mucho enojo y muy cachonda, dormí a su lado pegando mis pechitos contra su espalda, restregando mis piernitas por las suyas. Reposé mi nariz cerca de su oído para que escuchara mi respiración, y hasta fingí tener pesadillas para que escuchara mis gemidos de perrita pero el desgraciado no me prestaba atención. Ambos teníamos prioridades, él ganarle a su enemigo de toda la vida, y yo, ganar una ...
... medallita para mi padre. Se ve que el único con fuerza de voluntad para alcanzarlas era él. El día siguiente estaba bastante nublado. Por las dudas llevé una sombrilla de su casa antes de irnos al predio. Su partido era bien temprano y desde luego estaba concentrado al cien por cien, evitándome y dejándome con muchísimas ganas de coger. Y eso que yo lucía bastante apetecible con mi faldita deportiva y mi camiseta ajustadita, lista para jugar. Eso sí, se sentía raro usar calzon tras tanto tiempo sin el. Su juego fue el primero. Le acompañé hasta su cancha y me senté en una paupérrima gradería, con la increíble cantidad de tres personas más. Por lo visto mi instructor es famoso. Saludó y charló con su rival, calentaron un rato para después empezar el juego que consistía en tres sets. El Señor Gonzáles peleó duro en la primera tanda de manera increíble, eran idénticos en habilidades. Yo me enojé porque toda esa energía la podría usar mejor conmigo. Ganó el primer set a duras penas, pero lamentablemente para él, no pudo comenzar el segundo set porque la lluvia se hizo presente. Vino junto a mí para resguardarse bajo mi sombrilla. Yo estaba encabronadisima, ¿he viajado cuatro horas para nada? Por un instante pensé que hubiera sido mejor haberme quedado con mi hermano Sebastián en casita.
—Señor Gonzáles, estuvo usted muy bien.
—Gracias Rocío, ¡la verdad es que no pude haber comenzado mejor! El segundo set será muy duro pero tengo energía a tope, esto de no coger me devuelve ...