Hidden Club
Fecha: 24/01/2021,
Categorías:
Intercambios
Autor: veroydany, Fuente: RelatosEróticos
... rodillas, incitando al hombre que antes estaba embistiendo a la otra mujer con la visión de su vulva, en la que aún podía verse el orificio distendido en el que había penetrado otro pene hasta poco antes. La segunda se puso a horcajadas sobre el segundo varón, agarró su polla pasando la mano por detrás de sus nalgas, y se dejó caer poco a poco sobre ella, hasta quedar empalada, dándonos frente.
En la otra cama, dos mujeres se turnaban en realizar una felación a un caballero, mientras se acariciaban pechos y vulvas, una a la otra. Pegados a ellos, dos hombres se ocupaban en lamer el cuerpo de una mujer aparentemente muy joven y excesivamente delgada para mi gusto. Uno de ellos estaba amorrado a un pechito apenas prominente, mientras el segundo lamía arriba y abajo la abertura entre dos prominentes labios mayores de tamaño casi exagerado, teniendo en cuenta lo escuálido de la chica.
A un lado de la cama de la derecha, en pie, un hombre y una mujer, ambos con las máscaras sobre la cabeza, se comían a besos, mientras cada uno de ellos acariciaba el sexo del otro. La mujer no estaba desnuda: mantenía el sujetador puesto, pero sobre los pechos, que estaban a la vista. Y lucía medias negras y liguero, pero no bragas.
Y en la misma puerta, muy cerca de nosotros, un varón se masturbaba muy despacio, contemplando el espectáculo que se le ofrecía.
Este último se volvió hacia nosotros:
—¿Nos montamos un trío? —preguntó con voz esperanzada.
—Pasamos, pero gracias ...
... por el ofrecimiento —respondí.
Salimos de nuevo al pasillo.
—¿Por qué has torcido el gesto en la última sala? —me preguntó Marta.
—Para mí, no hay nada más antiestético que un liguero. O las medias. Y la mujer que estaba en pie llevaba las dos cosas.
—¿No te excita la lencería íntima? —preguntó con gesto de extrañeza—. Tenía entendido que a los hombres os vuelve locos…
—Pues no. Un liguero rompe las líneas de las caderas y los muslos, y estropea por completo la belleza de un cuerpo femenino, al menos en mi apreciación. —Le sonreí—. En realidad, lo que de veras me gustan son los cuerpos femeninos al natural, sin más ropa que, quizá… —le miré la muñeca derecha—. Una pulsera…
Marta tenía los ojos fijos en los míos, y apartó la vista, azorada, al mismo tiempo que ocultaba a su espalda el brazo, que lucía una pulsera de oro.
—Sigo creyendo que ha sido una mala idea venir, pero… —me encogí de hombros— ya que lo has visto, ¿Qué sientes?
—¿Que qué siento? —A pesar de la máscara advertí en su rostro despecho y rabia—. ¿Sabes qué debería hacer? Pasearme en pelotas por aquí, follarme a todo tío que se prestara a ello, y decirles a todos “soy la esposa del cabronazo de Marcos Antúnez”. Así es como me siento.
—Tú no eres así…
—¿Y qué sabes acerca de cómo soy? —su rostro se dulcificó, y me acarició levemente una mejilla—. Mira, tengo una amiga, Lucy, que defiende la teoría de que todas las mujeres somos unos zorrones, y que solo es cuestión de encontrar las ...