1. Hidden Club


    Fecha: 24/01/2021, Categorías: Intercambios Autor: veroydany, Fuente: RelatosEróticos

    ... está.
    
    —¡Jooooder! —exclamé.
    
    Tal y como yo había previsto, el grupo entró en la instalación. A mí no me conocían, de manera que podía observarles sobre el cerramiento.
    
    Sin cesar en su algarabía, todos ellos fueron quitándose la ropa, que introdujeron en las taquillas.
    
    —¿Quién es la mujer que conoces? —pregunté en un susurro, inclinándome hacia Marta.
    
    —Blusa blanca escotada, falda tubo negra. Tiene el pelo oscuro, largo hasta los hombros, labios de bótox… —dijo en voz muy baja.
    
    Asomé la cabeza por sobre la puerta. Bueno, lo de la ropa ya no me servía, porque las tres mujeres estaban en pelotas. Sin embargo, solo una de ellas tenía el pelo negro y los morros prominentes.
    
    En ese momento, precisamente la mujer que estaba yo mirando, adelantó el pubis en dirección a uno de los hombres, y se abrió la vulva con dos dedos.
    
    —Esto es lo que tendrás si te portas bien, ¡jajajajaja! —dijo en tono desvergonzado.
    
    De repente, volvió la cabeza en mi dirección, y se me quedó mirando.
    
    —Y tú, en lugar de cotillear, quítate la ropa y únete a nosotros, ¡jajajajaja!
    
    —No me importaría, pero estoy con alguien… —respondí.
    
    —¡Oh, vaya! Pues que salga ella también… —se detuvo en mitad de la frase, y me miró maliciosamente—. ¿O es “él”?
    
    Marta, roja como la grana, me miraba aterrorizada.
    
    «¡Va a mirar por encima de la puerta! ¡Y Marta se ha quitado el antifaz!» —me dije.
    
    Tomé a la sorprendida Marta por los brazos, obligándola a ponerse en pie. Inmediatamente, la ...
    ... abracé estrechamente, y la besé. No se me ocurrió otro medio de evitar que la otra mujer le viera el rostro.
    
    —¡Vaya, vaya! Mira tú los tortolitos… —dijo la conocida de Marta casi en mi oído. Efectivamente, estaba mirando hacia dentro—. ¿Os pone hacerlo vestidos dentro de uno de estos… reservados? ¡Jajajaja!
    
    —¡Están follando con la ropa puesta! ¡Jajajaja! —informó a sus acompañantes, mientras se retiraba de allí.
    
    Instantes después, el grupo salió de los vestuarios, comentando entre risas lo que ella creía haber visto. Me separé renuentemente de Marta.
    
    —Lo siento, yo… no se me ocurrió otro medio —me excusé.
    
    —Igual vuelven a entrar… —dijo ella, pasando un brazo en torno a mi cuello.
    
    —Tienes razón —concedí—. Habrá que evitar que te vean…
    
    Posé mi boca entreabierta sobre la suya. Marta correspondió al beso, e hizo algo más: su cuerpo se apretó contra el mío.
    
    «Lo siento, Marcos, pero me voy a follar a tu mujer» —dije para mí.
    
    No me sentía mal por ello, y no solo por el inmenso deseo que sentía de poseer el precioso cuerpo femenino apretado contra el mío, sino por el hecho de que la culpa de que Marta y yo estuviéramos en aquella situación era solo suya.
    
    Deslicé las manos sobre el vestido desde la cintura de la mujer a sus nalgas. Duras y firmes, una delicia al tacto. Las amasé entre los dedos, y ello provocó un gemido de Marta, que adelantó el pubis, oprimiendo mi erección.
    
    Tiré del vuelo de la falda hacia arriba, y posé mis manos en la sedosa piel de ...
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