Hidden Club
Fecha: 24/01/2021,
Categorías:
Intercambios
Autor: veroydany, Fuente: RelatosEróticos
... anchos que sus caderas, con los pectorales prominentes, marcaba ligeramente los abdominales; muslos y piernas fuertes. Y lo que más me impactó: sé que estoy bien dotado, me lo han dicho muchas veces, pero el pene oscuro del hombre, en reposo, era solo dos o tres centímetros más corto que el mío en erección.
Lo que más me sorprendió era que no había nada lúbrico en la actitud de la pareja: se mostraban desnudos con total naturalidad, casi cabría decir que con inocencia.
La reacción de Marta fue otra de las cosas peculiares de aquel encuentro: lejos de cubrirse con una de las toallas que había en una pila frente a nosotros, cerró los grifos y se escurrió despacio el cabello, solo ligeramente ruborizada, mostrándose desnuda sin reservas.
—Lo siento, esperamos no haberos incomodado con nuestra presencia… —dijo él con voz profunda.
—Es solo… en realidad ya nos íbamos, pero os escuchamos, y entramos solo a ver si se trataba de conocidos nuestros —apoyó la beldad aquella.
—Pues si llegáis unos minutos más tarde no nos habríais encontrado, porque nosotros también hemos decidido marcharnos —expliqué, por decir algo.
—Yo soy Aaron —dijo él, adelantándose y tendiéndome la mano—. Y esta preciosidad, —acarició el rostro de la mujer de piel oscura—. es Noemí, mi esposa.
Mientras estrechaba la mano del hombre, su mujer se acercó a mí y me plantó dos besos en las mejillas.
—Encantado de conoceros —afirmé, con la voz poco segura debido al hecho de que los pezones ...
... erectos de Noemí permanecían acariciando mi pecho—. Yo soy Dany, y ella es Marta.
Hubo intercambio de besos en las mejillas entre las chicas desnudas primero, en una estampa de lo más sensual. Luego el otro varón salió de su inmovilidad, acercándose a Marta para rozarla con los labios peligrosamente cerca de la comisura de la boca.
—Os dejamos para que os sequéis —dijo Noemí—. Vamos al vestuario…
Cuando se dio la vuelta, pude admirar una parte de su anatomía que aún no había contemplado: sus nalgas redonditas. Y cuando comenzó a andar, me recreé con la visión del contoneo de sus glúteos.
Me volví en dirección a Marta: se tapaba la boca con una mano, y aunque con las mejillas encarnadas, sonreía.
—Creo que has ligado —dije en un susurro cerca de su oído—. El tío no te quitaba la vista de encima… en realidad, más bien debería decir “de abajo”.
—Si a eso vamos, los ojos de la niña no se apartaban de… eso —me rozó juguetonamente con la mano el pene.
—Pues no sé qué ha visto en él… —repliqué—. Lo que tiene en casa me ha dejado acomplejado. ¿Quizá que el mío es blanco?
—¡Jajajaja! ¡Te has fijado!
Se me ocurrió en aquel momento que apenas dos horas antes éramos dos buenos amigos, sin más. Y en ese intervalo de tiempo, no solo habíamos follado, sino que además, nuestro trato había cambiado de una forma que nunca me habría atrevido a imaginar.
—Tiemble después de haber reído —advertí mientras le frotaba la espalda con la toalla—. ¿Qué haremos si nos proponen ...