1. Imprevisto


    Fecha: 16/06/2021, Categorías: Lesbianas Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... partió a ducharse y reposar la espalda. Yo me detuve a admirar el trabajo, quería asegurarme de que todo había quedado correctamente instalado.
    
    - Si estoy segura. Su voz me trajo de vuelta a la realidad.
    
    Solo opte por regalarle una sonrisa.
    
    - ¿Te gustó? – pregunte señalándole toda la labor realizada.
    
    - Quedo maravilloso.
    
    De pie, ambas seguimos allí, presenciando el ocaso tal vez.
    
    - Estoy tan segura de que quiero que te quedes, como lo estoy de que esto no tendrá futuro.
    
    - ¿Esa es tu mejor frase para que me quede?
    
    - Es en serio.
    
    - ¿Crees que no lo sé?, ¿Qué no lo supe desde el primer instante que roce tus labios?
    
    Tome su rostro en mi mano, me acerque a besarla, demencialmente lo hice, suponiendo que me rechazaría por el lugar y el momento, pero no fue así, me correspondió, y la ternura del momento helo mis huesos.
    
    - ¡Anda! ¡Dúchate y prepárate para la cena!
    
    Me dejo a solas. Yo seguí allí un par de minutos. Ya podía sentir como sus caricias y cercanía comenzaban a lastimarme.
    
    - ¡Disfrútalo mientas puedas! – me dije en voz baja. “Masoquista”, pensé.
    
    Imagine que tras la cena y despedirnos ella vendría, clandestina, cual ladrón por la noche, y no me equivoque. Unos minutos tras mi ducha ella entro, con fuego lleno mis labios y mi cuerpo.
    
    La mañana sorprendió levantándome y pidiéndome que me arreglara pronto, que desayunaríamos y saldríamos a sus lugares favoritos. ...
    ... ¿Cómo podía ser tan cálida y angelical?
    
    No podía creer el día tan adolescente que estábamos teniendo, bowling, helados, hockey de mesa, risas, caricias, todo sin restricciones, ni aire de represión en su mirada, estaba libre y yo confundida.
    
    Cenamos y fuimos a bailar. Desenvuelta y sencilla, encantadora, estaba derrumbándome ante ella.
    
    Como una sorpresa mas no fuimos a su casa, fuimos a un hotel, me esforcé por contenerme y falle estrepitosamente. Quise no admirar su cuerpo con eso que crecía en mi más poderoso que el deseo, quise evitar que me cautivara más de lo requerido la suavidad y color de su piel, quise no grabar en mi mente cada uno de sus suspiros, gestos y gemidos, quise no dejar en cada beso que repartí por su cuerpo una parte de mí y fracase; perdí mas que hidratación esa noche, algo de mi alma se quedó con ella.
    
    Liliana.
    
    A media mañana de domingo salimos del hotel, fuimos a mi casa para tomar las cosas y despedirnos. En mi casa todos nos observaron suspicaces, no me importaba, el día y la noche que había pasado con ella eran suficientes para mantenerme serena.
    
    Exprimí al máximo su compañía hasta el último segundo del viaje de regreso, la besé cuantas veces quise, egoísta, ignorando y evadiendo el hecho de que todo eso inevitablemente nos haría daño.
    
    Aquello era una sensación de enamoramiento vivo y fogoso, pero pude decir con certeza que mi lógica había salido victoriosa. 
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