follando hijastro trans - Relatos Eróticos

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... sus piernas me atenazaban. Su esfínter se abría y cerraba ante cada ataque, aumentando el placer. La embestida se fue acelerando, Dave se movía al ritmo de la entrada de la polla, haciendo más excitante el asalto anal. A veces hacía una pausa para no venirme tan pronto, después de lo cual volvía el ariete a invadir la gruta. El sonido del roce con la gruta ya superaba los gemidos de ambos, Dave suplicaba que no parara de poseerlo y yo le hice caso. Al fin, llegó la gran lechada con que regalé su vientre, en medio de quedos gritos de cada uno. Estuvimos un rato así, montado encima, sin sacar la pija, menos dura pero aún grande como para seguir adentro. Dave respiraba con fuerza. Cuando me fui a retirar, me suplicó que me quedara un poco más. Dormitamos un rato, cariñosamente abrazados de lado. Algo así como una hora pasó y cuando suavemente pretendí zafarme, me abrazó con más fuerza y me dio un besuqueo tan rico que la pija se puso dura poco a poco. Sin dejar de besar, cada mano se fue a la pija opuesta y ambas se pusieron duras. Levanté su pierna y sin dificultad lo penetré, pues los jugos y cremas aún estaban en su ojete. Así entrelazados lo invadí con profundos embates de punta a las bolas. Dave se me abrazaba con fuerza besuqueando, jadeando, entregándose totalmente. Mis invasiones eran lentas pero potentes; ante cada entrada el ojete exhalaba un rico sonido de enculada. Mi mano le agarraba la nalga, como abriendo más su agujero, el cual se dilataba y contraía al pulso de cada embate. Dave casi sollozaba se sentir que su boca era invadida por mi lengua y su ano por mi gruesa pija. Al poco lo regalé con una lechada tremenda.