recuerdos - Relatos Eróticos

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... vernos. Estás guapa hija y a ti ni te digo hijo mío.
Melissa nos llevó al cuarto de cada uno para prepararnos con la ropa adecuada. Yo tenía un taparrabos dorado y mi madre unas pezoneras doradas y una cinta vertical, también dorada que se pegaban cada uno a su sitio. La cinta vertical de su vagina parecía el tronco de un árbol cuya copa era el vello cortado y teñido de verde oscuro. Precioso conjunto.
Yo bajé antes que mi madre, así que cuando entró, me quedé con la boca abierta al verla. Era una diosa erótica de la belleza de las formas. ¡Mamá, estas preciosas! Mi abuela opinaba igual, aunque ella tampoco se podía quejar ya que ambas eran dos diamantes de la belleza. Y eran para mi uso y disfrute exclusivamente, que alegría.
Yo he considerado siempre que mi familia era de gran capacidad de apertura y acogía siempre con todo lo mejor que se podía ofrecer a cualquier nivel.
Hasta ahí recuerdo mis inicios. Siguió mas tiempo, me casé y mi mujer paso a formar parte del circulo de mi familia, gracias a mi madre y su ayuda.  Ella acepto encantada con el pensamiento abierto a lo que era una muy buena forma de dar una instrucción a los hijos de forma natural y directa.