1. Inmigrante (09)


    Fecha: 28/12/2017, Categorías: Incesto Autor: AMorboso, Fuente: CuentoRelatos

    ... me pareció de placer, más que de asentimiento o dolor, fue su respuesta.
    
    Cuando volví a meter el dedo en su coño, se abría como una flor, y era un manantial de líquidos que escurrían por sus piernas, cada vez más separadas.
    
    Siguió metiéndose poco a poco, cada vez más trozo, siguiendo mis indicaciones. Pronto la tuvo entera en la boca, no sin arcadas y toses, y no fue mala aprendiza. Enseguida empecé a sentir la presión de su lengua, sus caricias al sacarla y el roce al meterla.
    
    Mi excitación fue creciendo hasta que le avisé:
    
    -Me voy a correr y no quiero que se caiga una sola gota.
    
    No dijo nada, y empezó a mover su cabeza más rápido al tiempo que presionaba con los labios. Presioné la cabeza para que se la tragase toda y me corrí un instante después.
    
    -Oooohhhh Siiiii Me corrooo.
    
    La primera lechada le fue directa al estómago, las demás las retuvo un momento en la boca y las tragó con algunas náuseas.
    
    Dejé de tocarla, sabiendo que estaba excitada como para correrse en cualquier momento.
    
    -Gracias Marga. ¿Qué te parece si ahora nos vamos a comer?
    
    -Don Jomo, estoy muy excitada. ¿No va a seguir para poder alcanzar mi orgasmo?
    
    -No, Marga, si tenemos tiempo, ya lo haremos después de comer.
    
    No la dejé vestirse, le dije que comeríamos desnudos. Cuando objetó que podrían vernos, le hice ver que no estábamos a la vista de nadie, las tapias del corral eran altas y no había casas a la vista que pudiesen vernos.
    
    Para la comida, había preparado una ...
    ... enorme ensalada variada, unos boles con abundante salsa barbacoa y mucha carne que fue asando poco a poco, después de avivar la brasa. Al principio se situó a mí lado, de pie, y tuve que preguntarle si era porque no había más carne o por qué razón.
    
    Me dijo que cuando estaba casada, lo hacía así. Su marido le había dicho que primero comía él y luego ella y los niños, y tenía esa costumbre. La hice ponerse a la mesa conmigo a comer, y aunque se levantaba para preparar más carne, comimos ambos a la vez.
    
    Bajo aquel árbol donde comimos, se estaba relativamente fresco, pero ella tenía calor de tanto ir y venir al fogón. Cuando terminamos, con un delicioso helado y un no menos delicioso café, la hice venir a mi silla y sentarse a caballo sobre mis piernas, de cara a mí.
    
    No es una mujer delgada, pero los pocos quilos de más no hacen más que resaltar sus caderas, sus curvas, su culo redondeado y pechos, más bien grandes y ligeramente caídos. Un poco te tripita como consecuencia de sus dos embarazos y alguna estría, secuela de ellos.
    
    Vestida disimula mucho su cuerpo, pero desnuda es una de esas mujeres que no dejarías pasar de ninguna manera.
    
    Cuando se sentó, volvimos a besarnos mientras acariciaba su cuerpo, que ella misma presionaba contra el mío. Sus pezones se frotaban con contra mi pecho y su coño contra mi polla, casi en su máximo esplendor ya. Mi boca iba de la suya a su cuello, mordisqueaba el lóbulo de su oreja y recorría sus hombros.
    
    Volví a acariciar su culo, ...
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