El calvario de Luciana (7)
Fecha: 05/01/2018,
Categorías:
Confesiones
Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos
... la torsión de su cuello.
-Sí, ¿qué, puta?
-Sí, Ama, me… me gusta…
-¿Qué es lo que gusta, yegua puta?.
-Que… que me pegue…
-Bien, ¿ya no te preocupa que tu marido te vea el culo rojo?
-Me las voy a ingeniar. –fue la respuesta y entonces, en medio de un sentimiento de profunda satisfacción, Emilia dio un paso atrás, volvió a tomar la paleta con su mano derecha y reanudó el castigo hasta completar los 50 golpes que había previsto. Cada tanto se detenía para inspeccionar la concha de Graciela, que seguía chorreando flujo. Cuando la zurra finalizó ambas nalgas de la esclava lucían muy rojas pero sin moretones, debido a que Emilia había graduado la fuerza de los paletazos.
-Soltala, Elba, y me la llevás a mi habitación dentro de media hora.
-Bien, señora.
Cuando llegó a la puerta, la proxeneta giró y le dijo a su ama de llaves:
-Sé que debés estar muy caliente, Elba, así que si querés podés usarla para que te haga acabar.
-Gracias, señora.
-Pero vos no le hagas nada. Quiero toda su excitación para mí.
-Está bien, señora, no se preocupe, se la voy a llevar chorreando.
Emilia sonrió, satisfecha, y abandonó la sala de juegos dejando a su flamante esclava en manos del ama de llaves.
………….
La noche cayó sobre la mansión y a las 10 Elba salió a recibir al ingeniero Heriberto M., que atravesaba el portón de entrada conduciendo su automóvil importado. Se detuvo junto al ama de llaves y abrió la puerta para que ella subiera. Mientras el ...
... vehículo iba rumbo a las cocheras el vejete preguntó:
-Está de veras tan buena? ¿No han usado fotoshop para ese book?
-Tranquilo, ingeniero, ya va a comprobar que la perrita es tal como aparece en esas fotos.
-Se me hace agua la boca. –dijo el octogenario y Elba se lo imaginó con Luciana, sometiéndola a esas perversiones con las que reemplazaba, o pretendía reemplazar, las erecciones que lo habían abandonado hacía ya mucho tiempo.
La jovencita había sido preparada por Luisa como cada noche: una buena ducha, el perfume, la ropa de puta, y a esperar sumisamente al cliente.
El ingeniero Heriberto M. entró a la habitación poco después de las diez. Luciana estaba sentada en el borde de la cama y al verlo experimentó una sensación de desagrado. Era un vejete algo encorvado, de pelo gris y escaso y andar vacilante. Se acercó a la jovencita, le tomó la barbilla entre el pulgar y el índice de la mano derecha y mientras la envolvía en una mirada libidinosa le dijo:
-Sos tan linda como muestran las fotos, che. Valés la muy buena plata que pagué por vos.
Luciana seguía padeciendo esa sensación de disgusto, pero la hipnosis y la droga que se le suministraba puntualmente todos los días habían inhibido en ella por completo la capacidad de resistirse. Los clientes, hombres o mujeres, le provocaban sensaciones de placer o de disgusto, como la había disgustado Gloria cuando le dio esa paliza que le dejó las nalgas rojas y ardiendo, pero ella ni pensaba ni se resistía, sólo ...