Gotas de Maribel
Fecha: 26/01/2018,
Categorías:
Control mental,
Autor: pedrocascabel, Fuente: RelatosEróticos
... más de veinte, seguro— recta y estrecha, muy fina, morena, oscura y fea. Es muy peludo por todos lados, de la selva de su pubis el rabo sale como si fuerael espárrago de un conguito —dicho por su mujer mientras se parte de la risa— rápidamente la tiene tiesa y dura. Cecilia es bastante alta, delgada, muy morena de rayos UVA, sin marcas de bikini, pelo teñido de color castaño-rojizo, que lleva en media melena peinada con raya en medio. No es guapa de cara, su nariz demasiado grande y la necesidad de usar gafas de gruesos cristales le afean un tanto, sin olvidar una boca recta, grande, de labios estrechos. Musculada de gimnasio —es habitual que coincida con Maribel, quizás porque es su jefa— tetas no muy grandes, casi circulares, aplastadas, como si fueran dos tortillas de patatas, con pequeñas areolas grisáceas en pleno centro que contienen pezones bastante finos y largos, del mismo color gris. Cintura estrecha, culo ancho, fuerte, duro, quizás demasiado grande para su cuerpo; muslos fuertes, piernas largas, bonitas, y completamente depilada —será para compensar lo del marido— uno de sus gustos de siempre, dado que fue de las primeras mujeres de por aquí en probar el láser. Es una tía que en conjunto no está mal, tiene un polvo, sí, aunque no sea mi tipo.
No se andan con preliminares, Ceci se arrodilla en el suelo y le chupa la polla al marido con mucha saliva, metiendo mucho ruido, durante seis o siete minutos, usando las dos manos para agarrar la tranca de ese largo ...
... rabo. De repente, la mujer se pone a cuatro patas sobre el gran sofá del salón, empezando a hablar en voz alta al mismo tiempo que respira de manera agitada —métela, maricón; vamos, fóllame, dame gusto, que luego te voy a dar lo tuyo— y el marido le pega un metisaca muy rápido, de estilo conejo, con un ritmo tremendo. Quién lo diría al verle. La corrida de Cecilia no tarda demasiados minutos, da un largo grito que debe oírse hasta en la capital y está durante muchos segundos disfrutando de su orgasmo, durante los cuales el marido le mantiene la polla dentro, ya sin moverse. En cuanto la saca, Ceci se levanta, besa en los labios a Lorenzo, me mira sonriente y se va al dormitorio, del que vuelve con un arnés de color negro sujeto a la cintura y a los muslos, llevando en su centro un pollón de silicona, corto, grueso, también negro. Sin hablar, pone a Lorenzo en la misma postura en la que ella estuvo, pringa la peluda raja del culo y la punta de la polla con un denso lubricante, e inmediatamente le suelta un par de sonoros azotazos al marido —ya lo quieres, eh; estás salido como una perra— quien gime dando la sensación de estar verdaderamente necesitado y ansioso por tener dentro el grueso artefacto.
Cecilia se ha puesto las gafas, con la mano derecha dirige y sujeta la polla en la entrada del ano, con la izquierda coge la cintura de Lorenzo, y empujando con ganas se la mete entera sin detenerse. El hombre ha dado varios grititos según iba entrando el consolador, y con el último ...