1. Venganza


    Fecha: 12/04/2018, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... y de ese cabrón! ¿Te imaginas cuales serían las consecuencias para ti?
    
    Se puso pálida, con una expresión de terror en la cara.
    
    Estaba cogida y lo sabía, al igual que sabía que no me iba a limitar simplemente a echar un polvo. Ella era consciente de que si el abuelo se enteraba de aquello no dudaría en ponerla en la calle, o algo peor. Si mi tía en aquel momento tuviese el conocimiento de que el abuelo ya estaba al corriente de sus actos, creo que me hubiese guillotinado. Tras unos segundos de silencio por fin contestó:
    
    Está bien, tú ganas... ¡Pero me tienes que prometer que nadie sabrá nada, ni de esto ni de lo de Eladio, y que esa cinta desaparecerá, ¿entendido?!
    
    Nadie sabrá nada, pero esa cinta es mi seguro ¡mientras hagas lo que te mande, no tengo ni la más mínima intención de enseñársela a nadie!
    
    El trato estaba cerrado, y ya no había vuelta atrás. ¡Estaba que no meaba de júbilo! ¡Tenía a mi merced a una de mis más odiadas enemigas, y encima la iba a convertir en mi esclava sexual! ¿Acaso podían ir mejor las cosas?
    
    Nos dirigimos hacia su dormitorio. Una vez allí comenzó a quitarse la ropa. No la detuve hasta que quedó al descubierto la ropa interior. Ahí sí que la paré. ¡La ropa interior quería quitársela yo como símbolo de mi victoria sobre ella! Y mientras lo hacía magreaba y aplastaba sus enormes globos, sobaba su culo y su coño... Repasaba cada centímetro de su piel, notando cómo se estremecía y temblaba, quizás del placer prácticamente olvidado ...
    ... o quizás de temor. Y al mismo tiempo apretaba mi miembro erecto contra sus duras nalgas.
    
    En cuanto se quedó tal y como vino al mundo la senté en la cama de un empujón, quedando a la altura de mi bragueta. Me desabroché el pantalón y al bajarme el calzoncillo mi polla salió fuera con tanta furia que la golpeó en la mejilla.
    
    No dijo nada. Tan solo la cogió con su mano con una expresión de resignación y se la acercó a la boca. Sus labios comenzaron a acariciarme la polla, y yo empecé a recorrer un mar de placeres. Empezó recorriéndola con la lengua, desde el perineo hasta la punta del glande, mientras que con la otra mano me sobaba los cojones. La caricia se prolongó un buen rato, hasta que la agarré por los pelos y se la metí de golpe hasta las amígdalas.
    
    Realicé tales embestidas que notaba como mi glande se aplastaba contra lo más profundo de su garganta, de forma frenética, ¡nunca había sentido nada igual, tan maravilloso! Me la estaba follando por la boca, y mientras lo hacía de su garganta solamente salían gemidos ahogados, intentando suplicarme que parase. De sus ojos salía un río de lágrimas. Aceleré mis movimientos hasta el límite de mis fuerzas, con lo que mi cipote se lió a vibrar y escupió largos chorreones de leche que no le quedó más remedio que tragarse. Se la dejé dentro durante unos minutos y luego la saqué. Al hacerlo ella cayó a un lado de la cama, tosiendo.
    
    Estaba tan excitado que mi polla no perdió dureza. Todo lo contrario, ahora que me había ...
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