1. Una esclava inesperada - Reencuentro fugaz I


    Fecha: 12/04/2018, Categorías: Incesto Autor: Cold_P, Fuente: CuentoRelatos

    ... ella. Era una profesional. Tan delicada, pero tan apasionada por dicha actividad. Por momentos se la tragaba entera y en otros, la ensalivaba completamente e incluso escupía en ella. Sabía y recordaba cómo hacerme gozar. Pasados unos cinco minutos de aquel tratamiento, en un momento en que ella estaba con mi verga hasta el fondo de su garganta (cosa que me vuelve loco), la retuve. Ella no se resistió y en tosió en dos ocasiones. La liberé, para dejarla respirar, pero casi al instante, tomé su cabeza y se la volví a ensartar hasta el fondo.
    
    Ese tratamiento de su cabeza me hicieron recordar los primeros días de mi vida sexual, justamente con ella. Y en honor a esos recuerdos, apliqué las mismas acciones que, antaño, había realizado. Al hacerlo, no recibí ni una sola queja por su parte. Diez minutos después de un brutal vaivén de su cabeza hacia mi entrepierna, estaba a punto de correrme. Y también tenía ganas de orinar, por tanta cerveza.
    
    Había planeado aquello y quería comprobar si seguía siendo aficionada a eso de la lluvia dorada. “Sé que quieres mi leche puta, pero tendrás que esperar. Mientras te voy a dar otra cosa” La dirigí al baño. Y cuando caminábamos hacia allí, le solté una nalgada en ese majestuoso e inmenso culo. Al instante, toqué su entrepierna y noté lo empapada que estaba. Froté con saña su vulva mientras que restregaba mi verga contra sus nalgas, al mismo tiempo que con una de mis manos pellizcaba con vehemencia sus pechos y pezones. La despegué de mí ...
    ... y le ordené quitarse y entregarme las bragas que llevaba. Y entonces ella supo que es lo que iba a hacer a continuación. Sonrió y abrió su boca de par en par, hincada sobre el suelo de la regadera.
    
    Aunque parezca sencillo, es difícil orinar cuando tienes una erección, además de que existe poco control sobre la dirección de la orina que sueltas. Pero sin importarme aquello, la bañé con mi líquido dorado. La lluvia baño su cabello y su cuerpo, mientras ella intentaba atrapar algo con su boca. Fue imposible, dado el descontrol que obraba en mí. Me sorprendí cuando ella se acercó y engulló mi miembro. Tragó gustosa la ración de meados que había preparado para ella y cuando terminé se separó y me agradeció sonriente. En el acto le solté una cachetada fortísima. Me hinqué sobre un charco de mi propia orina y empapé con ella las bragas de Ga. Cuando las consideré suficientemente mojadas le ordené abrir la boca e introduje ahí su prenda.
    
    Ella trago dispuesta y, contrariamente a lo que yo imaginaba, incluso la escuchaba sorber y tragar gustosa. Nuevamente le solté una fortísima cachetada, la tomé por el cabello y tirando de él, nos dirigimos de nuevo hacia la cama. Ahí, me senté al borde y la coloqué sobre acostada sobre mis piernas, con su culo en popa. Ella jamás opuso resistencia alguna mientras hacía todo aquello. Tomé la paleta de ping-pong y sin más comencé a azotar sin clemencia aquel par de nalgas.
    
    Aquello pareció encenderla y mientras azotaba con fuerza sus nalgas, ...
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