1. EL DISPARADOR LIBIDINOSO DE MI MADRE


    Fecha: 24/04/2018, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    ... recobramos el aliento, mi fierro volvió a tomar vida dentro de ella, volviendo al jaleo que nos consumía y que desesperaba deliciosamente a mi madre. Le dije que si cambiábamos de posición, pero ella se negó, aduciendo que era la que más le gustaba por sentirse poseída y dominada, tal vez por la costumbre. Así estuvimos un buen rato, con mi pene arremetiendo dentro del encharcamiento interior hasta que volvimos a venirnos juntos, y la dicha nos duró hasta las 3 de la madrugada, hora en que entramos en el apto de ellos. A eso de las 10 de la mañana me levanté y encontré a mi madre en la cocina, quien me saludo con una sonrisa tristona. Al parecer la conciencia la acusaba, y no tuve oportunidad por el resto del día para hablar a solas con ella, hasta el fin de semana siguiente, cuando me llamó a mi móvil y me dijo que fuera a verla. Le dije a Laura que se trataba de algún encargo de ella, por lo que se bajó de la visita. Tan pronto llegué la noté algo prevenida, y en la noche volvimos a salir y me comentó lo mal que se había sentido tan pronto como se enfrió su cuerpo, lo que ...
    ... no quería decir que no le hubiera gustado, ni que se arrepintiera, y que a pesar del cargo de conciencia por engañar a su esposo, y del cargo moral por hacerlo con su hijo, no dejaba de pensar en que pronto se volviera a repetir semejante faena. Yo, de mi parte, también derribé las paredes que me hacían ver como un monstruo, y pronto volvimos a hacerlo porque ninguno de los dos experimentábamos mejor placer que no fuera entre los dos. De modo que cada vez que tenemos la oportunidad lo hacemos, y cada vez el placer es más inmenso, como una adicción absorbente, somos más desinhibidos, y a ella le gusta que la cache fuerte, viniéndome siempre dentro de ella. Nunca me imaginé que una mujer de su edad tuviera tanta resolución, entrega y desenfreno como mi madre. Y aunque no lo crean, el sexo nos ha unido más, nos sentimos plenos y realizados. En alguna oportunidad mi hermana Teresa me preguntó qué había pasado con nuestra conversación, atendiendo que ahora la veía más viva que nunca a mamá, y tuve que decirle que de vez en cuando le llevaba un mucamo de Lima para que la atendiera. 
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