La historia de muriel
Fecha: 15/10/2021,
Categorías:
Bisexuales
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... desafiante
- ¿Solo las orejas? mirando a Muriel buscando su complicidad.
- ¡Eso!, responde ¿tú sabes que podríamos morder mucho más que las orejas?, ¿cierto Fabiola?
-¡Por supuesto!, y me acerque a Muriel, tomé su cabello y despejando la oreja la recorrí con la lengua para luego darle mordiscos pequeños que la hicieron reír sin control.
-¡Eso para empezar!,- dije decidida.
Tomé su cabeza con las dos manos y la besé en la boca sin pudor.
Un tanto sorprendida, tardó un poco en responder y lo que fue un loco desafío se convirtió en el beso más apasionado que haya sentido alguna vez.
- Vaya, me has dejado sin palabras, Fabiola, dijo Andrés, riendo sorprendido.
- Más a mí - agrega Muriel.
- Ven, le digo a Muriel, indicándole con mi dedo índice que se acercara.
Andrés, entusiasmado, aplaudió dichoso alardeo y nos dice: esto lo tengo que ver y disfrutar. Se sienta acomodándose en un sofá, indicándonos que siguiéramos.
Totalmente envalentonada, desinhibida y excitada fuera de todo prejuicio, la busco y empiezo a recorrer suavemente con la punta de los dedos su cabello, sus sinuosas orejas, su suave cuello; de pronto meto uno de mis dedos en su boca a lo que ella responde con un firme agarrón a mis pechos.
Con su mano los empieza a acariciar, buscando bajo el vestido mis pezones duros, que encontró sin demasiado trabajo. Entre un dedo y otro comenzó a apretarlos hasta sacarme un quejido que sin duda de dolor, no era.
Empecé a desabotonar su ...
... blusa y sentí como se agitaba su respiración al contacto de mis manos. Como pude desabroché el sujetador y con mi lengua comencé a recorrer sus pechos, firmes y redondos, que casualmente, como alguna vez lo había imaginado, cabían en mis manos.
Muriel no se resistió a mis caricias, hizo algunos pequeños guiños intentando por momentos tomar el control de las acciones, pero ante mis audaces incursiones dejó de resistir.
Andrés por su parte se ubicó en uno de los sitiales de la terraza, se quitó los pantalones y extasiado por el espectáculo se comenzó a masturbar lentamente.
Se recostó y abrió sus piernas, tomó su pene que estaba erecto y duro, nos muestra lo caliente que estaba con nuestros juegos para luego empezar a frotar suave y rítmicamente.
Por nuestra parte, Muriel y yo estábamos desnudas sobre la alfombra intentando de cualquier forma deshacernos de la calentura que nos inundaba.
Tomé el control de su cuerpo, la besaba y sin darle tiempo abrí sus piernas para saborearla.
Me arrodillé y metí mi cabeza mordiéndole los muslos y con la punta de la lengua comencé a realizar el camino hacia su clítoris.
Pude sentir cómo su vagina se hinchaba y comenzaba a verter, como un cauce incontrolado, la humedad propia del deseo que está a punto de explotar.
Mordí sus labios mayores y menores, chupé y lamí su clítoris, lo que hizo gemir fuertemente a mi compañera de juegos. De improviso se incorpora y pasa a ser ella quien empieza a tener ahora el control de las ...