1. El regalo: Un antes y un después (Novena parte)


    Fecha: 27/12/2021, Categorías: Infidelidad Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos

    ... turista cerca de la estación de trenes, varias personas, hombres y mujeres se quedaban mirándonos. Humm, en verdad debido a la belleza de mi rubia compañera, y yo me sentía orgulloso de tenerla a mi lado, causando envidia y torceduras de cuello, mientras llegábamos al coche.
    
    —¡Aja Nene! nos echamos un «humito» antes de regresar y me cuentas ¿cómo te fue? —Me dijo Paola recostándose sobre la portezuela del conductor.
    
    —Nos fue Pao hermosa, nos fue. Porque aquí tú también tienes tu parte. Adivina preciosa… ¿Cuántas unidades vendimos?
    
    —¿Las tres? —Me respondió intrigada, mientras se miraba las puntas de un mechón de sus dorados cabellos.
    
    —¡Cinco! Y lo mejor es que no tendremos que hacernos cargo de las unidades usadas. Les plantee que se hicieran socios con aquellos conductores al cincuenta por ciento. ¡Jajaja! ¿Qué tal? ¿Cómo te quedó el ojito? —Y tomé mi cajetilla de cigarrillos, tomando dos de ellos y encendiéndolos en mi boca al tiempo, para luego colocarle en los dedos el suyo.
    
    —¡No jodaaa! ¡Erdaaa! Nene, eres un… ¡Un zorro muy travieso! —Y me obsequió cariñosa, un besito en los labios y el humo de su cigarrillo lo expulsó muy despacio sobre mi rostro. ¡Puff! Paola y sus tentadoras e imprevistas reacciones.
    
    —Bueno, ahora vamos a llamar al jefe para contarle que vamos de regreso. Dije yo, tomando mi teléfono móvil.
    
    —¿Me dejas conducir otra vez? —Me dijo Paola con carita de consentida.
    
    —¡Ni loco! ¿Acaso quieres que se me devuelva el almuerzo en el ...
    ... camino? —Y nos reímos los dos–. El iris mucho más brillante, mezclando pigmentos amarillos y colores azulados, dotándolos de aquel verde selva, tan tupido y penetrante.
    
    Paola dichosa y yo con ella a mi lado, agradecido. Me cambiaba el semblante al verla, me hacía reír y apartar de mi mente mi desconsuelo, provocaba con su compañía, el olvido de la llamada de mi esposa durante el almuerzo. Me sentía sosegado a su lado. Perturbado con aquellas peligrosas «curvas».
    
    —Alo, ¿Jefe? Sí señor, con su vendedor estrella. Todo en orden, ya vamos para allá.
    
    …
    
    Colgamos la llamada y yo me sentí tranquila. Rodrigo se escuchaba mucho menos alterado, quizás en la noche yo pudiera conversar en calma con él, explicarle cómo sucedieron las cosas, hacerle ver que a pesar de los avances de mi jefe, yo no había caído, que me había mantenido firme. Bueno casi. Y además que podríamos pagar el transporte de nuestros hijos y aliviar un poco nuestros bolsillos con aquel aumento.
    
    Solo aquella tarde me asaltaba la duda de qué manera se iba a tomar lo de los viajes. Hummm, ni idea de por cual lado darle la vuelta a esa torta. Afrontar ese escollo. Porque eso era en realidad. Solo un pequeño problema. Mi madre podría hacerse cargo de mis hijos durante los viajes. No serían muy frecuentes y mi jefe lo máximo que demoraba eran tres o cuatro días cuando surgía alguna reunión en Nueva York. En Lisboa y en Londres, un día, a lo sumo dos.
    
    Yo viajaría y podría conocer aquellas ciudades, para luego ...
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