1. Tormenta de verano


    Fecha: 08/04/2022, Categorías: Voyerismo Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... el juego y pensaba jugárselo todo. Con las piernas casi temblando, optó por no ignorar lo que sentía su cuerpo, que ardía de deseo. Se entretuvo un momento, y haciéndose pasar de nuevo su melena castaña por detrás de sus orejas con sus dos manos, para asegurarse mayor expectación, cuando entonces, dándole la espalda a su público, se inclinó sobre sí misma, sin doblar sus rodillas. Podía sentir como la húmeda tela de su vestido subía por sus nalgas y las dejaba totalmente sin cubrir, dejándolas completamente expuestas ante el ocupante del sofá. Casi podía sentir como la mirada del chico se clavaba en su sexo. Casi podía sentir como en la imaginación de él se abalanzaba sobre ella para follársela viva en esa misma postura. Finalmente, recogió su llaves, se incorporó, se giró y miró directamente a los ojos de su espectador. Un silencio autoritario había invadido el piso. Ambos se miraban a los ojos sin apartar la mirada, como si el tiempo se hubiera detenido para declarar en tablas el juego de tensión sexual que se respiraba en el aire. Fue entonces, cuando un fuerte estruendo de un trueno sacó a los dos de su ensimismamiento y los despertó, sacándolos a los dos a la superficie de la realidad.
    
    Con titubeos y extraña cordialidad, se despidieron ambos avergonzados, sin apenas volverse a mirar mutuamente. Sara volvió a sentir el calor de la tarde salía aturdida del piso. Comenzó a bajar por la escalera sin prisa alguna, como si su ...
    ... vestido se hubiera vuelto opaco para el resto de la gente. Con normalidad, metió la llave en la ranura y la hizo girar dos veces, recogió la compra que había dejado en su puerta y entró en el piso. La puerta la cerró apoyándose sobre la misma y volvió a encontrarse con el reflejo de su cuerpo desnudo a través de la fina tela de se vestido frente al espejo del recibidor. La excitación había dejado paso al desconcierto, y finalmente a la desilusión, como si hubiera esperado otro final en el piso de su vecino. Con paso lento, se dirigió hacia la ducha y bajo el chorro de agua tibia, revivió cada uno de los momentos en que se había expuesto a desconocidos sin saberlo, tal y como había llegado al mundo, con el único obstáculo de una fina tela transparente que no ocultaba ningún detalle de su cuerpo. Finalmente cedió, y casi sin quererlo, volvió a recordar la escena final en el piso de su vecino. Sus pezones se endurecieron como jamás lo habían hecho. Dejó que una de sus manos abarcara uno de sus pechos, atrapando y acariciando un endurecido pezón entre sus dedos. Casi sin voluntad alguna, terminó por deslizar su otra mano más allá de la suave curva de su vientre, alojándose entre su piernas, donde se encontró con la humedad cálida que manaba de su interior. Se masturbó con desespero hasta que finalmente cayó de rodillas suspirando y gimiendo de placer. Se había rendido a la excitación que había experimentado en esa tormenta de verano. 
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