Lucía (Cap. I): Soy un tipo con suerte
Fecha: 26/04/2022,
Categorías:
Erotismo y Amor
Autor: Manuman, Fuente: CuentoRelatos
... y el elevador llegó a la planta baja. Se abrieron las puertas en el vestíbulo, a donde un solitario guardia hacía su turno. El hombre nos miró y saludó a Lucía cuando salió del elevador.
-Creo que olvidé mis llaves- Dije, por buscar un pretexto por el que pudiéramos demorar la partida. –Volveré a la oficina- Expresé, seguramente sonando como el rey de los pendejos, pero fue lo primero que se me ocurrió y yo deseaba con todas mis fuerzas que Lucía diera media vuelta y subiera de nuevo conmigo.
Ella me miró, seguramente adivinando lo que yo pretendía y luego de unos segundos de duda, decidió volver sobre sus pasos –Te acompaño- Me dijo.
-¿Me vas a perdonar?- Insistí cuando las puertas del elevador se cerraron.
-Ya te dije que sí. Así que, como me lo vuelvas a decir otra vez, te cacheteo ¿Me oyes? Ya me hartaste- Pero me lo dijo riendo, así que no era mala señal.
-No pienso darme por vencido. No esta vez.
-¿Y eso qué quiere decir?
Me abalancé sobre Lucía. -¿Qué haces?- Me preguntó, resistiéndose cuando intenté besarla en la boca, una y otra vez. Lucía manoteaba y se revolvía. Esta vez yo iría por todo, así que ya no importaba nada
Con algo de esfuerzo, logré bajar mis manos hasta sujetarle las nalgas. Entonces ocurrió lo que podría jurar que fue un milagro, pues Lucía dejó de forcejear y me rodeó con una de sus piernas y se abrazó a mi cuello, gimiendo de fatiga por el forcejeo. -¿Qué haces?- Preguntó de nuevo, pero ahora su voz acusaba su cachondez y ...
... cuando acomodé su cara frente a la mía para besarle la boca, esta vez no dije nada y disfruté por fin de sus labios, que me correspondían con deseo y sentí la lengua de Lucía lengua buscando la mía.
La respiración de Lucía era entrecortada y dejaba escapar unos gemiditos sumamente excitantes mientras la besaba y comenzaba a tocarla. Si Hernán la había dejado con ganas, yo estaba más que dispuesto a terminar el trabajo.
Llegamos hasta nuestro piso, que sabíamos que estaba solo. Nos detuvimos para besarnos de nuevo en la antesala de las oficinas y Lucía no solo se dejaba tocar, sino que ella misma llevó mis manos a acariciar sus pechos perfectos y deliciosos sobre su blusa de oficinista, hasta que ella misma se desabrochó los botones, luego el sostén. Si a la vista sus hermosos pechos era una delicia, tocarlas y lamer sus rosados pezones fue toda una revelación. Adivinaba que Lucía era dueña de un buen par de tetas, pero comprobé que eran más grandes de lo que hubiera pensado.
Entramos a nuestro cubículo abrazados, extendiendo un beso que llevaba al menos dos minutos sin interrumpirse. Lucía se sentó en el escritorio, se subió la falda hasta la cintura y cuando abrió las piernas, hizo a un lado su slip y yo me arrodillé frente a ella, contemplando su belleza, como la diosa que era. Me dispuse a comer el coñito afeitado que guardaban esos maravillosos muslos. –Qué rico- murmuró Lucía, cuando mi lengua encontró su clítoris. Su vagina estaba empapada de flujo y saliva cuando ...