Lucía (Cap. I): Soy un tipo con suerte
Fecha: 26/04/2022,
Categorías:
Erotismo y Amor
Autor: Manuman, Fuente: CuentoRelatos
... hice una pausa para quitarme el pantalón, al tiempo que Lucía deslizaba sus bragas hasta que quedaron en el piso. Acto seguido, se puso de pie y se dio media vuelta, ofreciéndome sus nalgas, redondas, levantaditas, totalmente apetecibles y sin un gramo de grasa, una visión que demostraba que la mano de dios es capaz de alcanzar la perfección en sus obras.
-No… No… Espera- Me pidió cuando, empinada contra el escritorio, aguardaba a que la penetrara. -¿Lo vamos a hacer así?
-Así ¿cómo?
-Pues… Sin condón.
-Solo si tú quieres.
-No sé si quiero- Lucía me miró sobre su hombro con una expresión suplicante, cargada de erotismo. –¿De verdad me lo vas a meter así?- Repitió y yo acerqué mi glande a sus suaves labios vaginales, que sobresalían ligeramente de su vulva.
Ella mordió su labio inferior, cerró los ojos y asintió, separando sus glúteos con una mano en cada uno.
Cuando la penetré, Lucía soltó un quejido como de cachorrita herida, que fue repitiendo conforme empecé a mover mi pene dentro de la tibia intimidad de su intimidad, mientras me sujetaba de sus senos. ¡Qué coño tan estrecho! Toda una delicia.
Al sonido de sus formidables glúteos golpeando contra mí en cada metida, se unió el armonioso clamor de los gemidos de Lucía. –Nos van a escuchar- dijo, alarmada, pero sin poder hacer gran cosa por evitar que la siguiera taladrando con fuerza, casi hasta hacerla gritar.
-¿Te preocupa que te escuchen?
-Sí- Repitió un par de veces, entre los ruidos de ...
... sus gemidos.
-Tranquila. En el edificio ya solo queda don Filemón (el guardia) y no creo que te escuche hasta allá abajo.
Lucía dejó de sentirse intimidada por el eco de sus quejidos mientras yo seguía con un furioso mete y saque desde atrás y cuando llegó su primer orgasmo, tuvo que morder el dorso de su mano para no gritar.
-¿Te gusta?- Le pregunté cuando sentí que Lucía llegaba a la cima de su clímax.
-¡Me encanta!- Respondió, un instante antes de arquear su espalda, mientras parecía no alcanzar a respirar de nuevo.
-¿Me dejarías montarte?- Me preguntó y yo, por supuesto, le dije que sí.
Nos acomodamos en una silla. Recibí a Lucía abierta de piernas de frente a mí, poniendo su culo a la disposición de mis manos y sus labios y sus tetas listas para recibir mi boca. Lucía aceleraba a veces el ritmo con el que se clavaba en mi verga y hundía su bello rostro en mi cuello al tiempo que su vagina y sus nalgas se apretaban una y otra vez delatando los orgasmos que experimentaba.
-Me vas a matar de tanto venirme- me murmuró en el oído, riendo como una adolescente que descubre el sexo por primera vez -¿Cómo le haces para durar tanto?- Me preguntó, hinchando mi orgullo.
Pensé en decirle la verdad, que me había estado masturbando pensando en ella, pero no quise ofenderla si le decía el motivo de mi asombrosa duración, así que tan solo le respondí alardeando: –Puedo darte toda la noche, si quieres-
-¿En serio? No te creo- Me dijo, juguetona y lamió un par de ...