Mamani, el boliviano
Fecha: 10/06/2022,
Categorías:
Hetero
Autor: MirassoMauricio, Fuente: CuentoRelatos
... favor, que me des tiempo, a ver si logro hacer que gente, varias personas, muchos individuos que se parecen a mí y que nacieron con esta cara, lean uno de mis libros, y los ayude a quererse un poco más. Sé que no eres tan obstinada como tu madre. Ni bien le conté de mis intenciones, me cerró todos los grifos de una comunicación adulta con ella”.
Al hombre, de cabello antes color azabache y ahora casi completamente canoso, se le empañaba la mirada al recordar esas palabras. Mamani era un hombre que por varias décadas renegó de sus orígenes amerindios, y sobre todo de sus orígenes bolivianos, aunque siempre que publicaba una obra lo hacía con su nombre completo, y era principalmente porque nunca le gustaron los pseudónimos. Cada vez que algún curioso o curiosa le preguntaba, sin ninguna maldad y por ejemplo, si era aimara, o chorote, o colla, o guaraní, o mapuche, o quechua, o tehuelche, o toba, o lo que fuere que le pareciera, solía responder con una sola oración: “Yo soy argentino y solamente argentino”. Como si en aquella gran nación no hubiera nadie autóctono que perteneciera a las ya mencionadas etnias. Otras veces solía responderles a estos curiosos con una oración en la que se refería a sí mismo como un ciudadano del mundo, cosa que era verdad, pero no daba ninguna especificación. Siempre le incomodaba que le hiciesen ese tipo de pregunta.
Aunque después, hace poco tiempo de hecho, empezó a tener un renovado y algo energizado aprecio por su país de origen, aunque ...
... nunca llegó, ni llegará nunca, a tocar esas aguas turbias de tal nacionalismo que es asesino de toda objetividad y serenidad. Quizás porque mientras más viejo se hacía, y mientras más cuenta se daba de lo lejos que ha llegado, viniendo desde los subsuelos del desamparo y la desesperanza afectiva, más vergüenza le daba darse ese lujo, esa insolencia o ese escudo psicológico, dependiendo de las circunstancias o del contexto.
Y en parte quizás también fue porque tenía, y tiene, una muy buena y afable relación con algunos miembros de la comunidad boliviana en España, que a veces lo invitan a algunas de sus reuniones o vienen de otras ciudades de aquel país a regalarle unos libros de escritores conocidos y desconocidos, jóvenes o longevos, de aquella pequeña nación sin mar y sin playas. Pero no lo convencían, ninguno de aquellos autores lo terminaban de convencer, si los leía era para buscar metáforas o cualquier descripción que sonara a lenguaje simbólico o figurado. Peor era el trato que le daba a las obras de Carlos Mesa, que lo aburrían soberanamente. Automáticamente los tiraba al tacho de basura. Los únicos literatos de Bolivia que le llegaban a gustar eran Adela Zamudio, Óscar Alfaro y Franz Tamayo, cuyos trabajos leía en internet.
Y sí, Mauricio Mamani en algo se parecía a la pálida Inés. Los dos tuvieron una infancia triste, y los dos también tenían, o tuvieron en su tiempo, en unos de los peores momentos de sus vidas, un enorme poder de resiliencia. Quizás sea por ...